Cerrar

Jura que, a diferencia del presidente, «acertada o equivocadamente» va decir siempre la verdad | Análisis | Las claves de un congreso |

Rajoy advierte al Gobierno de que el consenso sólo es posible si rectifica Gran operación de márketing

El líder del PP pide el apoyo de los «socialistas de buena fe» que creen en su país El PP ha logrado acaparar

Publicado por
E. Clemente /G. Bareño Enrique Clemente - madrid madrid
León

Creado:

Actualizado:

Mariano Rajoy clausuró la Convencion Nacional del PP, convocada bajo el lema Hay futuro con un discurso dedicado en gran parte a criticar dúramente a José Luis Rodríguez Zapatero. Pero el líder del PP tambien ofreció al presidente del Gobierno -con toda since-ridad- su ayuda para evitar que se cometan errores de difícil arreglo en dos temas de Estado: la politica antiterrorista y el Estatuto de Cataluña. Eso sí, siempre y cuando los socialistas cumplan las exigencias de los populares. En el caso de la lucha contra ETA, que vuelvan al Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo y apliquen la Ley de partidos que ilegalizó a Batasuna. El presidente del PP acusó además a Zapatero de hacer guiños a ETA y de no entender que el problema de las víctimas del terrorismo no es de dinero, sino de dignidad. Esfuerzo inútil Sobre la reforma catalana, la petición al Gobierno es que la retire, para empezar de nuevo consensuándola con el PP. «Nadie ha deseado el acuerdo como yo, nadie lo ha solicitado tanto, nadie lo ha ofrecido tanto», insistio Rajoy, aunque anadio que todo ese esfuerzo ha sido inutil «porque Zapatero no quiere compromisos, al menos con nosotros». El presidente popular reivindicó los ocho años de Gobierno de Aznar, que calificó como un gran salto adelante y el mejor aval para volver a la Moncloa. «Una etapa en la que, dijo, la prioridad era mejo-rar el bienestar y la riqueza de los ciudadanos y solucionarles los problemas reales». Frente a ese balance y la «esperanza de futuro» que representa el PP, Rajoy situó los «dos años dilapidados» por Zapatero que, a su juicio, ha rehusado seguir la línea de modernización anterior. Al contrario, según Rajoy, ha hecho tres cosas: crear problemas donde no los había, revisar el pasado y debilitar las funciones del Estado. «El Gobierno no tiene plan, carece de proyecto y no piensa tenerlo», aseguró. Rajoy calificó a Zapatero de «arbitrario», «errático e imprevisible», «taumaturgo» y «visionario metido a redentor» que «cambia de discurso cada día», y dijo que el presidente está «sometido a sus socios nacionalistas que no le permiten tener ninguna inde-pendencia». Zapatero «oculta sus intenciones en pozos de sombras», afirmó, al tiempo que calificó al Ejecutivo de «débil e inestable y sobre todo incompetente e incapaz de ges-tionar los frentes que gratuita e irresponsablemente abre». Ante la situación apocalíptica que dibujó, solicitó su apoyo a los «socialistas de buena fe, que tienen sentimientos y creen en su país». Rajoy cerró su discurso prometiendo a los españoles que es una persona que, «acertada o equivocada, les va a decir la verdad, mi verdad». «Lo prometo, lo juro», concluyó de modo solemne. La Convención Nacional del PP ha sido una inteligente operación de marketing, una plataforma que ha logrado acaparar toda la atencion política del país durante tres dias. En ese aspecto su exito ha sido indiscutible. La bien elegida puesta en escena, mas propia de un late night televisivo que de un congre-so o un mitin, la afortunda mezcla del naranja y el azul, la obsesiva presencia de los jovenes .siempre detras de los oradores. ha contribuido a dar una imagen positiva de modernidad y de futuro. En la forma y el diseno, pues, otro sobresaliente para el PP. Pero, ¿y el contenido? Rajoy habia dicho antes de empezar el cónclave popular que su objetivo era «renovar las ideas de un proyecto liberal». ¿Ha sido así? Es cierto que ha habido debates y que se han aprobado resoluciones sobre diversos temas, pero muy pocas novedades. En todo caso, esta parte de la convención ha tenido un perfil muy bajo frente a los discursos de los principales dirigentes, que han ocupado todo el foco. Así, propuestas importantes como la bajada de impuestos han pasado totalmente inadvertidas. Sería difícil encontrar a algun ciudadano de la calle que pudiera exponer alguna idea nueva salida de la reunión celebrada en el Ifema. Y en lo que se refiere a las intervenciones de los líderes, nada, absolutamente nada nuevo. Pero la pregunta es, ¿tenía que cambiar el PP su política de oposición frontal al Gobierno en política an-titerrorista y territorial, cen-trada casi exclusivamente en desgastar a Zapatero? Si nos fiamos del último sondeo del CIS, que daba a los socialistas una exigua ventaja de 1,6 puntos -lo que equivale a un empate técnico-, la respues-ta sería un no rotundo. Sólo han pasado dos años desde la inesperada y traumática derrota del 14-M y el PP está ya en condiciones de ganar unas elecciones, cuando el nuevo Gobierno debería gozar de su periodo de gracia. La crítica sistemática al Estatut y la apelación a la unidad de España han dado resultados más que buenos. Otras cosa es que con una cierta moderación en las formas de exponer las críticas, con algo menos de tremendismo, aunque sin abdicar de sus principios, el PP podría pescar votos decisivos en el amplio caladero situado en el centro y el centro-izquierda, a los que habría que añadir los desencatados con Zapatero. Una vez más se ha evidenciado que en el PP conviven dos almas, dos sensibilidades, aunque en la convención el partido ha sabido trasladar a la sociedad una indudable imagen de unidad. Sólo dos de los nueve principales ora-dores, Alberto Ruiz-Gallardón y Pío García Escudero, hicieron una apuesta decidida por la moderación en sus intervenciones y por evitar que el PP caiga en el catastrofismo para contrarrestar el «discurso radical» de los socialistas. A este ala pertenecen también Piqué o Alberto Núñez Feijoo, que explicaba así a este diario su posición: «Se pueden decir las mismas cosas con la misma firmeza desde planteamientos tranquilos y sosegados». LLos otros siete oradores optaron por lo que algunos denominan la «línea dura».

Cargando contenidos...