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El 11-M fractura la derecha

Publicado por
Manuel Campo Vidal
León

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Se veía venir el descarrilamiento. Y no será porque no se encendieran luces de alarma para que los maquinistas frenaran. En la primera quincena de marzo se han plasmado signos inequívocos de una profunda fractura de la derecha española que la divide en dos bandos difícilmente conciliables. Por una parte, una derecha con tendencia extrema que en los medios encabezan Federico Jiménez Losantos, refugiado bajo palio episcopal, y El Mundo y, en política, Zaplana y Acebes, con el supuesto beneplácito de Aznar. Por otro lado, una derecha firme, pero con capacidad de abrirse al centro y mayor probabilidad de ganar elecciones, con Ruiz Gallardón, Piqué y se supone que también el valenciano Camps y Núñez Feijoo. Mariano Rajoy, saltando entre las dos orillas cada vez más separadas, corre el riesgo de caer en las frías aguas de la indefinición. El episodio de la famosa mochila, que alguien habría introducido fraudulentamente el trágico 11-M para desviar las investigaciones de la autoría hacia los islamistas, ha resultado un fiasco. Lanzó la especie El Mundo y atronó la Cope a continuación con algún seguidismo en el desconcierto inicial. Después se demostró que no había lugar para el invento, que la cadena de vigilancia de las pruebas en estos dos años de instrucción judicial ha sido correcta, que el esfuerzo de los investigadores da sus frutos y que no ha lugar a desacreditar la honorabilidad de policías y jueces. «El objetivo es claro: reventar el proceso», concluyen todas las personas consultadas. «Sería un perverso efecto -ha escrito un editorial del ABC - que algunos pretendan deslegitimar el Estado contra el que también atentaron los terroristas». Horas antes de lanzar esta tensa operación político-mediática aparece Rajoy diciendo que «el 11-M no está en mi discurso político». A los dos días se desdice y da crédito al fiasco de la mochila que resultaría una novela. Poco después tiene que disculpar sus palabras porque habían causado una desmoralización evidente entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y la Judicatura. Para entendernos: Zaplana puede decir barbaridades a diario, que dañan, sin duda, pero que se le tienen en escasa consideración. Rajoy no: es el presidente del PP, fue ministro del Interior y, si se apura, jurista reconocido e hijo de un presidente de la Audiencia. Su credibilidad no se puede permitir cesiones a los que promueven incluso el desprestigio de las instituciones, para salirse con la suya. Chisgarabís «En mi tierra gallega llamamos chisgarabís al que no puede mantener su opinión durante más de 48 horas», dijo José Blanco ante un selecto auditorio de empresarios, políticos y periodistas reunidos por Europa Press. «A Rajoy, los que le escriben el guión se lo han cambiado de repente en esta crisis y ahora lo tenemos ahí deslegitimando a las instituciones del Estado, aunque ya ha vuelto a rectificar», machacó. No era una declaración cualquiera. Lo de menos es que estuvieran presentes cuatro ministros y diez secretarios de Estado que, por cierto, salieron de allí como tonificados. Igual que de niños nos daban una cucharadita de Calcio 20, el secretario de Organización del PSOE consagró ese día una suerte de «Vitaminas Blanco», revitalizantes del espíritu de los suyos. Pero lo importante es que estaba allí la flor y nata del empresariado, desde José Maria Entrecanales a Florentino Pérez, desde Honorato López Isla de Unión Fenosa a Gonzalo Pascual de Spanair y un largo etcétera. Otro empresario presente, de amistad manifiesta con Rato, comentó: «Otra así y Mariano se queda para el partido homenaje». Pero hay otros elementos muy importantes visualizados en los últimos días. Ante todo, el posicionamiento estratégico del diario ABC , que ha desmontado punto por punto el fiasco de la mochila, como otros medios, y ha apostado por reforzar la legitimidad de las instituciones del Estado. Puede ser que pierda algún lector, aunque lectores de ese género no son recomendables, pero la lluvia de adhesiones ha sido significativa. «Magistrados, catedráticos y destacados profesionales, gente de derecha preocupada por lo que pasa, me han agradecido estos días nuestra posición», comenta José Antonio Zarzalejos, director del periódico. Ciertamente, con su nueva etapa en la dirección, el diario se constituye en punto de referencia para esa derecha conservadora y liberal pero de inequívoco apoyo a las institu-ciones, que son la fortaleza del Estado. El otro polo mediático está perfectamente definido y la última quincena ha sacado de dudas a los dubitativos. Políticos y diputados En el plano político ha sucedido algo similar: entre la deriva hacia las posiciones de Federico, no sólo de Zaplana sino también de Esperanza Aguirre, y los vaivenes de Rajoy, ha reaparecido Alberto Ruiz Gallardón en una entrevista de calado en ABC en la que afirma: «El fiscal y el juez del 11 de marzo merecen el apoyo de todo el Estado, incluido el PP». El alcalde de Madrid, tan vapuleado por el aparato de su partido, quiere ser candidato al Congreso en la lista de Rajoy, sabedor de que un político que no es diputado no cuenta en las crisis, como le sucedió a Antonio Hernandez Mancha. Pero para que Gallardón tenga opciones hace falta algo que Blanco le pronosticó al PP. «No basta con perder unas elecciones. Nosotros perdimos en el 96 y necesitamos de una derrota más severa en el 2000 para comenzar a recuperar». Menudo diagnóstico.

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