«Con ETA hay que andar con pies de plomo»

Javier Rodríguez Villar, de 28 años, tenía un año de edad cuando su padre, José Rodríguez de Lama, fue asesinado en un atentado en Villarreal de Urretxua (Guipúzcoa) el 11 de noviembre de 1979. El guardia civil leonés estaba casado con Carmen Villar, y tenía dos hijos. El tercero estaba en camino y nació cinco días después en un parto provocado debido a la conmoción del atentado. La ausencia de toda una vida y la rabia de no poder hacer han marcado la existencia de este joven que actualmente es el delegado de la Asociación de Víctimas del Terrorismo en León y que siente por su madre, la fundadora de la delegación leonesa, «admiración, gran respeto y orgullo». Ayer recibió la noticia del alto el fuego permanente anunciado por la banda armada poco antes de irse a trabajar. Para él hay dos caras en este mensaje. La primera es la optimista: «Es una garantía de que no haber más bombas, pero una vez más hay que fiarse de la palabra de los asesinos», aseguró. Pero la otra cara es la de la prudencia. «Espero acontecimientos, creo que hay que andar con pies de plomo», señaló para advertir que el Gobierno debe tener en cuenta que «ninguna tregua puede asumirse a cambio de que los asesinos salgan de la cárcel». También pidió encarecidamente que no haya olvido para las víctimas. Rodríguez subrayó que «no debe soltarse ningún terrorista con delitos de sangre» a cambio del alto el fuego permanente. «Queremos Justicia», enfatizó tras indicar que en los últimos tiempos «las decisiones que se han tomado desde el Gobierno no están muy a favor de las víctimas». Así pues, su postura es la de «esperar acontecimientos». Javier Rodríguez, que prefiere no aparecer en imágenes, señala que durante este tiempo la asociación ha servido para cubrir las «necesidades de vínculos entre las víctimas, ayudarnos unos a otros y saber que no estamos solos».