Diario de León

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Ibarretxe, descolocado

Publicado por
Manuel Campo Vidal - redacción
León

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Tres imágenes recientes captadas en distintos puntos de España retratan lo que está pasando después del anuncio de la tregua de ETA: Miércoles 22. Zaragoza. En unas jornadas de informática, el conductor del acto, antes de dar paso a una mesa redonda técnica, dio la noticia de la tregua ante varios centenares de asistentes, directores generales de comunidades autónomas, responsables de sistemas de información de todas las administraciones, etc. Un aplauso espontáneo celebró la noticia. Había allí gente de todos los colores. Veredicto unánime. Jueves 23. Madrid. Varios periodistas se mostraban los cuadernos de notas en los que apuntan las declaraciones de los parlamentarios. Algunos estaban utilizando desde el día anterior el texto del Estatuto catalán que debatía la Comisión como papel reciclado, o sea, informativamente amortizado. Sólo por la angina de pecho de Carod Rovira recuperaría actualidad. Anótese que es la segunda crisis cardiaca que se cobra el Estatut. La primera, la de Rodríguez Ibarra. Ambas, afortunadamente, controladas a tiempo. Viernes 24. San Sebastián. El periodista de la EITB Julio Ibarra, que ha presentado telediarios durante años, describía así a este periódico la sensación que vive la ciudadanía: «Estamos como si nos hubiese tocado la lotería. Igual. Ojalá que esto termine de verdad y todo se normalice». Pero hay mucho que normalizar, como describía un pequeño empresario del transporte: «Cuando hay un homenaje a un muerto del PP o del PSOE, usted no sabe la nube de escoltas que se juntan allí. Cada asistente lleva dos, por lo menos, y hay dos mil personas con protección. A saber lo que se hará ahora con ese ejército. ¡Ah! Y con los de la cárcel y con los que vuelvan de fuera¿ A ver qué saben hacer esos». Pero mejor estos problemas que los de antes. Zapatero exige pruebas y anuncia que si prosigue la extorsión o la violencia callejera todo se parará. Los dirigentes del PNV afectos a Imaz sólo repiten una consigna: «Esto tiene que ser irreversible». Los cercanos a Egibar y Arzalluz hablan con la boca pequeña. Alfredo Pérez Rubalcaba animaba así al ala más dura del PP en rueda de prensa: «Alégrense, hombre, alégrense, que es una buena noticia para todos». Relanzamiento de Rajoy Pero los acontecimientos de la última semana, que pueden ser históricos o no, ya se verá, han afectado de forma muy distinta a dos importantes políticos: Ibarretxe y Rajoy. El primero está visiblemente descolocado, bordeando el fuera de juego, en parte por serios problemas internos. Al segundo, esta novedad lo está reconciliando con la figura del Rajoy-hombre de estado. Y no ha dado un giro en horas porque lo llamara el Rey a petición de Zapatero para pedirle responsabilidad. Se columpió el informador de El País que así lo escribía y ayer el periódico rectificó sin rodeos, después de que tanto el PP como Zapatero lo desmintieran. El lendakari Ibarretxe lo tiene difícil. Acudió a las Cortes con su plan de «estado-libre asociado» y la alianza Zapatero-Rajoy, y alguno más, se lo rechazó. Pero peor fue el fracaso de su plebiscito en las urnas. El PNV perdió cinco diputados en aquella consulta, en parte gracias a que se presentó el famoso PCTV. De lo contrario, muy probablemente, se hubiera refrendado. Pero por otras razones también: porque el Partido Socialista y el PP vasco moderaron sus posiciones. «No tengo duda de que Mayor Oreja y Carlos Iturgaiz eran como una máquina de fabricar nacionalistas. Cada vez que ha-blaban, subía el PNV», declara el citado periodista Ibarra. Ibarretxe quedó tocado en aquella elección. La fractura del PNV es visible y profunda. Y cuando, al conocerse la tregua, anunció la convocatoria de una mesa de partidos por la paz presidida por él, el PSE de Patxi López le salió al paso: no acudirá a una mesa en la que los nacionalistas pongan como condición previa la autodeterminación. Y aún peor: no ve claro el PSE que esa mesa la tenga que presidir el lendakari. Que asista, si quiere, pero incorporado en la representación del PNV. Allí lo espera Imaz. De momento Ibarretxe aplaza su propuesta «para después del verano». No ha precisado el año. Entretanto, en el PP se han vivido los acontecimientos en medio de un reajuste de papeles. Se dedicaron energías importantes a conseguir que Europa no aclamara a Zapatero. Los líderes estuvieron muy afectuosos con el presidente español y Chirac dio garantías de seguir limpiando de etarras su territorio, pero el comunicado oficial quedó en dos escuetas líneas, bien lejos del que celebró el anuncio del alto el fuego del IRA. A juzgar por el papel que en el «enfriamiento» jugó Durao Barroso, el huésped de las Azores, se interpreta en Madrid que fue desde la FAES desde donde se movieron hilos en Europa. En la escena nacional, la fractura interna de la derecha española que describíamos la semana pasada afloró de nuevo. La COPE y El Mundo por un lado, aunque menos locuaces en estos días delicados Zaplana yAcebes. El enfado de Jiménez Losantos con Rajoy por la templanza de su posición advierte de lo que sucede. El resto se movió en positivo aunque con las debidas cautelas, porque el mundo etarra tiene poco crédito y siempre le queda un ala especialmente violenta que va por libre. Recuérdese a los famosos «octavos» que terminaron literalmente como una banda de atracadores.

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