Diario de León

| Análisis | Con la vista puesta en las otras «marbellas» | EL BOTÍN

Luna de miel con final movido Caballos pura sangre, obras de arte, grandes mansiones y ganaderías

El problema no era el difunto Jesús Gil. Él se limitó a abrir los salones del consistorio marbellí a los dineros más negros de los señores del crimen organizado

La alcaldesa, ayer, cuando acudió a declarar

La alcaldesa, ayer, cuando acudió a declarar

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Jesús A. Fariñas A. Fariñas - redacción redacción
León

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Allí, en realidad, quien cortaba el bacalao era un cartagenero que descubrió El Dorado en Marbella hace 20 años. Con Gil de figurón en la alcaldía, Juan Antonio Roca fue el máximo responsable de la Gerencia de Urbanismo desde el año 1992 al 2003. En sus manos estaba la concesión de las licencias municipales y la llave para decidir si un trozo de monte, huerta o pedregal podía transformarse en solar y con qué volumen de edificabilidad. Cuando cayó Gil, su sucesor -el marido de la Pantoja-, con buen criterio, trató dehacerse del personaje, pero fue Roca quien acabó desalojándolo de la alcaldía. Él fue quien convenció a un grupo de concejales -los ahora detenidos- para que firmasen la moción de censura que acabó con el efímero mandato de Julián Muñoz. En su puesto puso a Marisol Yagüe, la alcaldesa que acaba de ingresar en prisión y que lo rescató como «asesor» de Urbanismo del consistorio marbellí. Como segunda colocó a la socialista Isabel García Marcos, en otros tiempos bestia negra del difunto Gil, quien no dudó en cambiar la militancia por tan polémico puesto. El cambio ahora tiene su explicación: en el registro de su casa la policía encontró una saca con 360.000 euros en metálico. Amiga de la Fiscalía Se debía de sentir muy segura porque se fue de luna de miel a Rusia y no se preocupó de dejar la saca a buen recaudo. Hay quien sostiene que esa seguridad le venía de sus excelentes relaciones y co-laboraciones con la Fiscalía Anticorrupción desde los tiempos en que era la líder la de la oposición al gilismo. Pero algo ha empezado a cambiar, para bien y para mal, en la Costa del Sol. Lo positivo del cambio es que el trabajo de la Fiscalía Antico-rrupción, tras los primeros amagos protagonizados por el fiscal Carlos Castresana en sus embestidas judiciales contra el gilismo, le empezó a quitar el sueño a más de un bufete de abogados con la denominada operación Ballena Blanca. Una operación que fue clave para lograr los resultados de esta última bau-tizada como Malaya, por eso de la «gota malaya». Lo negativo de ese cambio es que los señores del crimen organizado ya le han echado el ojo a otras marbellas para disfrutar de sus negros dineros. Las nuevas marbellas se localizan en otros puntos del Mediterráneo, pero también en el perfil atlántico de la península. Al final lo único que cambian sólo son los escenarios. A Juan Antonio Roca le cundió más que a nadie su paso por el consistorio marbellí. De los 2.400 millones de euros a que asciende el valor de los bienes confiscados a los detenidos en la operación Malaya, una buena parte pertenecen a este personaje cartagenero discreto pero opulento. En una de sus fincas llamada la Loma, con 100 hectáreas de naranjos y helipuerto, la policía le confiscó un auténtico museo con gran cantidad de piezas de incalculable valor, entre ellas 30 cuadros -ocho de ellos Mirós- y tres Mercedes antiguos en un garaje. En una finca de San Pedro de Alcántara le confiscaron 60 caballos sementales de pura sangre y en Robledo de la Chavela, una ganadería con un centenar de toros de lidia. En el despacho de sus abogados madrileños aparecieron 800 millones.

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