La espantada de Bono alteró los planes y obligó al presidente a una remodelación precipitada
Zapatero desoyó a los socialistas que pedían una crisis más amplia
Con los cambios, el jefe del Ejecutivo deja claro que la prioridad ahora es acabar con ETA
José Luis Rodríguez Zapatero desoyó a varios ministros y altos dirigentes del PSOE que le aconsejaron una crisis más amplia del Gobierno. El jefe del Ejecutivo quiso una remodelación ajustada estrictamente al principal objetivo de los próximos años, el fin del terrorismo, ya que considera que, una vez que el proceso de paz esté encauzado, tendrá tiempo de valorar si es necesario acometer nuevos cambios. El círculo más cercano al presidente conocía desde hace meses sus intenciones de remodelar el Gobierno antes del verano. El jefe del Ejecutivo había recogido opiniones y escuchado muchas voces de dirigentes del PSOE que le sugerían reforzar el peso político del gabinete y relevar a los ministros más desgastados o de perfil más bajo. Tal vez esos eran también los pensamientos iniciales de Zapatero, pero la insistencia del titular de Defensa, José Bono, arreciada en los últimas semanas, de abandonar el Ejecutivo, alteró los planes y le abocó a una remodelación más precipitada. Zapatero optó entonces por amoldar la crisis sólo a la nueva situación política creada tras el alto el fuego de ETA. Y aprovechó la dimisión de Bono para colocar a su buen amigo, José Antonio Alonso, en Defensa, un ministerio que será clave para la verificación del fin de la violencia, y para llevar a Interior a Rubalcaba, quien fuera su jefe en el partido a finales de los 90 y que desde su llegada a Moncloa se había convertido en su principal colaborador. Horizonte de esperanza Con estos cambios mínimos, pero de calado, Zapatero dejó claro el mensaje de que su prioridad es ahora el fin del terrorismo y que a ese objetivo va a dedicarse preferentemente el resto de la legislatura. El presidente no comunicó a nadie sus intenciones, sólo en el último momento anunció los cambios a los afectados, pero a finales de marzo, pocos días después de que ETA anunciara el alto el fuego y con el estatuto catalán aprobado ya en la Comisión Constitucional del Congreso, explicó en una reunión de ejecutiva del PSOE que el debate sobre la autonomía catalana estaba cerrado y que lo importante a partir de ahora era el proceso de paz. Un proceso de paz que, además de llenar de esperanza a la mayoría de los ciudadanos, ha devuelto el optimismo a la dirección del PSOE, que veía con preocupación el empate técnico con el PP que todas las encuestas indicaban en los últimos meses. Lossocialistas opinan que la mini crisis ha supuesto el punto de inflexión de la legislatura y que los malos tiempos, marcados por el debate del estatuto catalán, forman parte del pasado. Mientras Zapatero centra sus esfuerzos en el fin del terrorismo, el PSOE tiene como labor prioritaria la recuperación de apoyos. La dirección del partido tiene ya en su mano algunas encuestas que indican ese repunte, pero los sondeos aún no recogen los efectos del alto el fuego. El secretario de Organización tiene como primera tarea la organización de la campaña que conmemorará los dos primeros años de Gobierno, que arrancará el 23 de abril con un mitin fiesta en la madrileña plaza de toros de Vistalegre, e inmediatamente después la preparación de las elecciones del 2007. Será entonces, aseguran en Ferraz, cuando se recogerán los primeros frutos. Y algunos apuntan que para esas fechas Zapatero podría hacer otra remodelación del Gabinete, ya en la recta final de la legislatura, para sustituir a los ministros con una gestión más débil y encarar las elecciones generales con un equipo fuerte y más cohesionado que el actual.