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Ha puesto en marcha importantes reformas sociales y pocas económicas

Zapatero logra en dos años el alto el fuego y encarrilar el Estatut

Su prioridad es la paz, algo que la democracia no ha sabido resolver en casi 30 años

Publicado por
Ramón Gorriarán - madrid
León

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José Luis Rodríguez Zapatero cumplió ayer dos años de mandato con sus dos principales objetivos encauzados: la aprobación del Estatuto de Cataluña está fuera de toda duda y el alto el fuego de ETA abre el camino hacia el final de la violencia. El presidente del Gobierno ha gozado, pese a la precariedad de su mayoría parlamentaria, de una estabilidad inusual y ha visto acrecentarse los tímidos apoyos con los que comenzó su andadura. Sin problemas internos a la vista -el PSOE es una balsa de aceite- el jefe del Ejecutivo quiere dedicar la segunda mitad de su cuatrienio a consolidar el proceso de paz, una vez que constate la veracidad del fin del terrorismo. Rodríguez Zapatero se estrenó en La Moncloa con un gesto pocas veces visto, el 18 de abril del 2004, un día después de jurar el cargo y el mismo día que lo hacían sus ministros, ordenó la retirada de las tropas acantonadas en Irak. Pocos en el PSOE, y mucho menos fuera de él, esperaban una decisión de tal calado. El presidente del Gobierno quiso que aquel puñetazo en la mesa fuera una señal de lo que iba a ser su gestión. La medida contó con el aplauso de todo el arco parlamentario, con la excepción del PP, una correlación de fuerzas que se ha consolidado en estos dos años y que ha proporcionado al Ejecutivo una solidez impropia para una minoría de 164 diputados. El ecuador de la legislatura llegó «con la mejor de las noticias», según palabras del propio Rodríguez Zapatero, ya que el 22 de marzo ETA declaró un alto el fuego permanente. Un paso por el que pocos apostaban, pero que tras año y medio de gestiones, contactos directos e indirectos, cruce de cartas en privado y de mensajes en público, se hizo realidad. El presidente del Gobierno tiene claro que consolidar el proceso de paz es la apuesta de la legislatura. Lograrlo, suele decir, supondría poner fin al único problema heredado de la dictadura franquista y que la democracia no ha sabido resolver en casi 30 años. Su nueva fortaleza parlamentaria animó al presidente del Gobierno a llevar al Congreso dos de sus iniciativas legislativas más ambiciosas, la ley de Igualdad y la de Dependencia. La aprobación de estos proyectos será el corolario de un amplio programa de reformas sociales y de igualación de derechos civiles y sociales. La buena marcha de los indicadores económicos, con algunas excepciones, ha ralentizado sin embargo las anunciadas reformas en este terreno.