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p.s./m.s. | barcelona
León

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Nadie se salió del guión y todos los socialistas apoyaron a Maragall. Pero desde las filas de la oposición, el portavoz parlamentario de CiU, Felip Puig, valoró la remodelación como «un intento» de Maragall de «mantener la agonía» del Ejecutivo y «sobrevivir en el poder». En su opinión, estos relevos son «la constatación del fracaso del tripartito» y demuestra «la falta de autoridad y liderazgo» de Maragall. En nombre del PP catalán, su portavoz parlamentario, Francesc Vendrell, tachó de «ridículo» a Maragall, porque «no manda» y «no tiene capacidad para nombrar a su gobierno». El Gobierno de Zapatero salió en defensa del gobernante catalán y confió en que la remodelación no perjudique la tramitación del Estatut y la campaña del referéndum. La vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, interpretó que la decisión del jefe del Ejecutivo catalán responde a un deseo de «impulsar nuevos tiempos» en la Generalitat. El líder de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira, afirmó que la crisis ha servido para «legitimar el derecho» de su partido a la hora de expresar el sentido de su voto en el referéndum sobre el Estatuto, «que no será sí», y destacó el «perfil político fuerte» de los dos nuevos consejeros republicanos en el tripartito. A su juicio, la remodelación «es una señal inequívoca de perdurabilidad y continuidad del Gobierno hasta agotar la legislatura», y tiene que analizarse como un hecho «normal y habitual» en un país democrático. El presidente de ICV y consejero de Relaciones Institucionales, Joan Saura, valoró positivamente la entrada de un nuevo consejero de su formación pero reprochó a Maragall las formas que ha utilizado para llevar a cabo la remodelación. Saura calificó de «políticamente injusto» el cese del responsable de Medio Ambiente y pidió al president que «apueste por la continuidad del tripartito».

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