| Reportaje | El día a día |
Sólo dos trabajadores a turnos y un ordenador
«Tenemos una mascarilla y botellas de aire comprimido para emergencias, pero en cuatro años no ha habido ninguna»
El manejo del sistema de recogida neumática de basuras en León corre a cargo de sólo dos personas, Roberto Aguado y David González, que desde una pequeña cabina de apenas una docena de metros cuadrados, totalmente informatizada, se bastan y se sobran para turnarse de día. Por la noche ni siquiera hace falta que uno de ellos esté presente en la nave: desde casa y a través de un ordenador portátil deciden si hay que poner en marcha los turextractores o no y cuáles en función del tipo de residuos. Roberto Aguado, el más veterano de los dos, lleva en el oficio dieciseis años, cuando la empresa Envac, que ahora tiene la subcontrata de mantenimiento en León, instaló el primer sistema de estas carácterísticas en Cartagena, recalando finalmente aquí después de rodar por otras varias ciudades. Todavía hoy la empresa no tiene más allá de 130 trabajadores en toda España -contando los administrativos», ironiza- lo que da una idea de lo escaso de las plantillas que precisan este tipo de instalaciones. Sobre su fragilidad y riesgos cuando se construyeron las primeras en España llegó a correr hasta el bulo de que, en caso de averías o atascos, requerían personal muy peculiar y cualificado: llegó a publicarse que en Majadahonda (Madrid) trabajaba en ello un enano que cobraba por introducirse en las tuberías más que el minero más veterano de las cuencas leonesas o asturianas y también con mayor riesgo para su vida. Según Aguado, «se trataba de historietas, porque, como no fuera para soldar los tubos cuando los pusieran, allí no vuelve a entrar nadie. Sólo la corriente de aire es suficiente para que no se produzca ningún tipo de obturación y para la limpieza nos limitamos a dejarla activada unos pocos minutos más de la última bolsa de basura que se arrastra». Según Aguado, es prácticamente imposible que se produzca una avería de estas carácterísticas, entre otras cosas porque la velocidad a la que circulan las bolsas de basura dándose constantemente contra las paredes de acero a las tuberías durante más de un kilómetro de recorrido a setenta por hora hace que lleguen aquí completamente machacadas y sólo haya que prensarlas en el depósito final antes de mandarlas al vertedero». Los dos trabajadores de la planta leonesa cuentan con equipos de mascarillas y botellas de aire comprimido para casos de emergencias, pero en cuatro años no se ha dado ninguna. «Los únicos atascos son los que se pueden producir en los depósitos de los buzonas callejeros cuando alguien no los utiliza correctamente o cuando nos llaman para decirnos que se les han caído dentro las llaves, una cartera o cosas parecidas, pero poco más. ¿Anécdotas? Una vez nos llamó también una señora muy precupada porque creía que se había metido dentro un gato, no sé si sería el suyo, pero no era verdad: eso sí, nosotros tuvimos que meternos allí para intentar encontrarlo».