| Crónica | Las víctimas eligen |
Alcaraz sigue en la AVT al ganar una polémica asamblea
Su único rival, Broseta, se retiró tras las maniobras del otra vez presidente impidiéndole hablar. A la elección sólo fueron 275 de los 3.000 asociados. Alcaraz sale elegido con un apoyo de sólo el 20%
Jaleo en la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Francisco José Alcaraz fue reelegido presidente de la AVT tras la renuncia de Pablo Broseta, hijo del senador de la UCD y catedrático Manuel Broseta, asesinado por ETA en 1992. El candidato retirado denunció las «formas autoritarias» del líder de la organización porque fue «juez y parte» en las votaciones. «Hoy -se lamentó- es un mal día para las víctimas del terrorismo». El ambiente venía caldeado por declaraciones de distintos dirigentes del PP que pusieron en tela de juicio la aparición a última hora de la nueva candidatura y, en como se preveía, la asamblea, a la que sólo acudieron 275 personas, fue tensa. Broseta intentó intervenir en varias ocasiones, pero Alcaraz, que dirigía la asamblea en su calidad de presidente de la AVT, no se la concedió. Alcazar no permitió que se constituyera la «mesa de edad» y él fue el que administró los tiempos y las intervenciones. Ante esa situación, el abogado valenciano abandonó la reunión acompañado de algunos seguidores y no se quedó a la votación. El escrutinio arrojó un resultado rotundo para el presidente de la asociación: 601 votos a favor, 42 en contra y nueve abstenciones. La AVT cuenta con cerca de 3.000 socios con derecho a voto, de modo que Alcaraz fue elegido con poco más del 20% de apoyos de los asociados. Un porcentaje que sería aún menor si sólo se contabilizasen las papeletas emitidas por los asistentes a la asamblea, ya que de los 601 apoyos recibidos, sólo en torno a 400 fueron votos delegados. Alcaraz, sin embargo, hizo una lectura distinta de las cifras y señaló que había recibido el voto del «90% de los asistentes». En sus primeras palabras, Alcaraz se ratificó en su negativa a dialogar con ETA porque no puede haber un proceso de paz sino de «un proceso de rendición». El reelegido presidente, que festejó con lágrimas su victoria, anunció que desarrollará una política de «continuidad» con la que desarrolló en sus dos primeros años de mandato y, en consecuencia, la AVT mantendrá su negativa a dialogar con ETA para evitar que logre sus objetivos. Sostuvo que no se puede abrir un proceso de paz porque no ha habido una guerra y que lo correcto sería hablar de «un proceso de rendición» de la organización terrorista. Alcaraz, cuyo hermano y dos sobrinos murieron en el atentado de ETA contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza en 1987, llegó en 2004 a la presidencia de la asociación tras desbancar a la anterior directiva presidida por Ana María Vidal Abarca y después de denunciar la gestión económica de los anteriores directivos. El proceso está aún en los tribunales. En estos dos años, la AVT ha convocado tres manifestaciones multitudinarias, todas secundadas por el PP, en la calles de Madrid contra la política antiterrorista del Gobierno de Aznar. Alcaraz ha mantenido, además, un enfrentamiento total con el alto comisionado para la atención de las víctimas, Gregorio Peces-Barba. «Nuestra voluntad -prosiguió- es seguir luchando por la memoria, la dignidad y la justicia de los socios que nos han votado y de los que no nos han votado o presentaban un proyecto alternativo», en alusión a Broseta y sus seguidores. Se comprometió a «intentar subsanar» los errores cometidos en estos dos últimos años para «llegar a representar a la máxima cantidad de asociados». Alcaraz aludía así a las organizaciones territoriales, como la de Cataluña, que se han desvinculado de la AVT por considerar que existía un alineamiento con las posturas políticas del PP. Negó con rotundidad que la asamblea se haya celebrado con procedimientos antidemocráticos ya que se han respetado «los estatutos» de la asociación y las normas democráticas. Todo se ha hecho, zanjó, «con estricta legalidad» y ha sido la asamblea «más plural» en la historia de la AVT. Atribuyó la retirada de su oponente a las sucesivas derrotas que ha sufrido en todos los puntos del orden del día de la asamblea que se han debatido. Los resultados de apoyo a la directiva, se ufanó, han sido «arrolladores», luego es «normal» que haya abandonado la competencia. Juez y parte Broseta, a su vez, denunció a través de un portavoz que el reelegido presidente actuó con «una falta de ética democrática» porque fue «juez y parte» ya que dirigió el proceso electoral en lugar de dejar esa función a un órgano independiente, como una mesa de edad, que diera las «mismas opciones» a las dos candidaturas. Además, Alcaraz impuso «formas autoritarias» porque no dejó hablar a ningún asistente a la asamblea para opinar sobre los asuntos que se debatían y remitió las intervenciones al último punto del orden del día, el de ruegos y preguntas. Broseta quería dirigirse a los participantes en la reunión para «defenderse de los ataques injustificados» que dice haber sufrido en las últimas horas y que han dañado su «honorabilidad» y la de su «apellido». Broseta pretendía dejar sentado que su candidatura «no está bajo ninguna tutela política o ideológica». Una dependencia que pusieron en duda dirigentes del PP y el propio Alcaraz, quien apuntó sus «sospechas» de que el Gobierno de Rodríguez Zapatero movía los hilos por detrás. Acebes afirmó que la actual directiva de la AVT «molesta» al Ejecutivo y rechazó que se hable «politización» de las asociación, como hizo Broseta. Jaime Mayor Oreja, por su parte, tachó de «disparate» que se presentara una candidatura alternativa a la de Alcaraz. Pero no fue eso lo que molestó a Broseta, sino las declaraciones de Mayor Oreja asegurando que «no era digno de llevar el apellido de su padre», asesinado por ETA.