El 97% de las víctimas tienen secuelas importantes según el último estudio médico
Los expertos admiten hasta 25 patologías por el síndrome y ninguna curación
Los afectados afirman que su riesgo de cáncer es un 25% mayor que en la población general
Los expertos que, desde hace un cuarto de siglo, investigan sobre el síndrome tóxico confirman que no se ha producido ninguna curación y que todos los afectados continúan, en mayor o menor medida, con secuelas por la intoxicación. Los médicos han descrito hasta veinticinco patologías vinculadas a los efectos dañinos del aceite contaminado. La enfermedad apareció como una neumonía pero que rápidamente mostró sus características especiales: no respondía a ningún tratamiento habitual y generaba una neuropatía severa. Los enfermos padecían, además, cefaleas, edemas cutáneos, fiebre, picores, calambres, alopecia, pérdida de peso y, sobre todo, fatiga. «Era muy curioso porque todas las radiografías y resultados analíticos eran similares. Parecían los de la misma persona», explica el doctor Serafín de Abajo Olea, que entonces era residente en un hospital madrileño. El 80% de los ingresados en los centros hospitalarios tenían, al menos, dos de las grandes patologías: enfermedades pulmonar aguda, neuropatía, mialgias o hepatopatías. «Lo peor de la enfermedad pasó pero quedan todavía años por delante en los que habrá que saber estar preparados para seguir acumulando conocimientos sobre la evolución, por el bien de todos los enfermos» explicaba Manuel Posada, director del Centro de Investigación del Síndrome del Aceite Tóxico (Cisat), Instituto de Salud Carlos III. Este experto destaca que en la fase crónica de la enfermedad, a la que evolucionaron el 60% de los primeros afectados, los enfermos presentan hipertensión arterial, atrofia en la piel, debilidad o atrofia muscular, alteraciones de la sensibilidad, deformaciones dolorosas de los miembros y contracturas. Entre el resto de síntomas destacan los problemas hepáticos. Las causas de muerte más importantes fueron la insuficiencia respiratoria por edema pulmonar durante la fase aguda, la hipertensión pulmonar y los tromboembolismo en la fase intermedia y la insuficiencia respiratoria por atrofia muscular severa en la fase crónica. Veinte años después de detectada la enfermedad, un estudio del Cisat revela que el 34% de los pacientes tienen la tensión arterial elevada, el 18% tienen altas tasas de glucosa en sangre, el 44% tienen cifras elevadas de colesterol y/o triglicéridos y un 9% alteraciones tiroideas. Los síntomas más frecuentes son dolores musculares y articulares, calambres, fatiga ante pequeños esfuerzos y trastornos del estado de ánimo. La posibilidad de padecer un cáncer es un 25% más alta en un enfermo del síndrome tóxico que en la población general y según los afectados un 80% de los afectados morirá como consecuencia de algún tumor. Mutación genética Las últimas investigaciones ponen de manifiesto que los grandes afectados presentan mutaciones en el gen NAT2 responsable del metabolismo de los tóxicos químicos. Este hecho podría explicar que en una misma familia algunos miembros quedaran gravemente afectados y otros fueran asintomáticos. El primer caso nacional se detectó el 1 de mayo y apenas unos meses después se habían confirmado ya los 20.643 afectados que, según los datos oficiales, padecieron síndrome tóxico. El número de ingresos hospitalarios superó los 10.000 y sólo en el primer mes se produjeron 80 muertes que eran 300 un año y medio después de diagnosticado el síndrome. La curva de detección de la enfermedad marca una incidencia máxima apenas un mes después del primer diagnóstico. En ese momento, según el Centro de Investigación del Síndrome del Aceite Tóxico (Cisat) se había llegado a los 1.800 casos, circunscritos al área de Madrid y el noroeste peninsular. En agosto el número de ingresados apenas llegaba ya a doscientos. En datos oficiales se estima en 2.500 el número de fallecidos aunque las asociaciones de afectados elevan la cifra en casi un millar más. En León, el número oficial de afectados es de 1.060 (según los datos del juicio), más del 15% ya fallecidos. En el primer año desde la intoxicación murieron 29 personas, el número de enfermos censados era de 1.020. La relación mujer-hombre era de 1,5 a 1 siendo las edades más afectadas las correspondientes a las tercera y cuarta décadas.