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Publicado por
Xurxo Fernández - redacción
León

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«No nos queda nadie, hasta la secretaria se ha ido a Tenerife porque también hace traducciones y los que habíamos mandado no eran suficientes». La cónsul de Guinea en Canarias, Alicia Navarro, hace referencia a uno más de los problemas que está causando la llegada masiva de emigrantes sin papeles a las islas. Aunque el francés es lengua cooficial en la mayoría de sus países de procedencia, muchos de quienes se suben a un cayuco en África Subsahariana no hablan más idioma que el de la tribu a la que pertenecen: wolof, susu, mandingo, peul... Otros optan por hacerse los despistados y poner la diferencia de lenguas como excusa para tratar de zafarse de los interrogatorios judiciales y no revelar ningún dato a la policía. Para salvar la barrera idiomática, agentes y jueces (también los servicios médicos que atienden las emergencias) han tenido que recurrir en numerosos casos a quienes hace tiempo emprendieron el mismo viaje que sus compatriotas y que ya llevan el tiempo suficiente en Canarias como para poder hacer de intérpretes, aunque con muchas limitaciones. Hasta hace unos meses el sistema daba unos resultados aceptables, pese a singulares excepciones: en repetidas ocasiones los magistrados se quejaron de la inexactitud de las traducciones. Juicios peculiares Navarro, que cuando puede acompaña a los ciudadanos guineanos en las vistas, ha sido testigo de situaciones curiosas: «A veces, el juez hace una pregunta de tres o cuatro frases y el traductor la resume en dos palabras -También se dan casos de todo lo contrario, pero tienen más fácil explicación: muchos idiomas tribales recurren a fórmulas complejas para explicar lo que el español resume en una palabra-». «En otras ocasiones -relata la cónsul-, el intérprete da una respuesta cuando todo el mundo en la sala ha podido percibir que lo que contestó el inmigrante era otra cosa». La avalancha de inmigrantes ilegales ha provocado que a la deficiente formación de los traductores se sume ahora su escasez. Las Palmas de Gran Canaria contaba con seis -secretaria del consulado incluida- pero todos tuvieron que viajar de urgencia a Tenerife, el epicentro del desembarco masivo de cayucos. Las autoridades buscan ahora a toda prisa traductores de wolof, el oficio mejor pagado entre los inmigrantes sin papeles del archipiélago.

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