Diario de León

Los partidos consideran ilegal la consulta y los nacionalistas envían a sus portavoces suplentes

El Congreso rechaza el referéndum que pide el PP sobre el Estatuto catalán

Mariano Rajoy insiste y promete celebrar la consulta si gana las elecciones del 2008

Mariano Rajoy vuelve a su escaño tras intervenir ayer en el pleno

Mariano Rajoy vuelve a su escaño tras intervenir ayer en el pleno

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Marta Suárez - madrid
León

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Los cuatro millones de firmas recogidas por el PP, en los últimos meses, a cuenta del Estatuto de Cataluña no sirvieron de nada a efectos parlamentarios. En apenas 50 minutos, el Congreso de los Diputados rechazó la posibilidad de convocar un referéndum sobre la reforma de esa carta autonómica. Ningún grupo respaldó la iniciativa por considerarla ilegal y perniciosa para la convivencia. Mariano Rajoy -que tomó la iniciativa de defender la proposición no de ley de su grupo, en una iniciativa inédita en un líder de la oposición-, dejó claro que no desiste de su empeño en celebrar la consulta popular, que será un compromiso de su programa electoral en el 2008. La pregunta El presidente del PP reclamó que los españoles «puedan decir si desean o no conservar su nación, su soberanía y su unidad en las mismas condiciones en que estaban cuando (José Luis Rodríguez) Zapatero accedió al poder». Para obtener ese pronunciamiento, el grupo popular propuso a la Cámara instar al Gobierno a preguntar en referéndum: «¿Considera conveniente que España siga siendo una única nación en la que todos sus ciudadanos sean iguales en derechos y obligaciones, así como en el acceso a las prestaciones públicas?». Con el aval de las casi cuatro millones de firmas recogidas en apoyo de su propuesta, Rajoy se erigió en «la voz de los ciudadanos» y afirmó que están «inquietos» porque perciben que con el Estatut se produce un «escamoteo fraudulento» de su soberanía. Para el líder de la oposición, el texto catalán no surge de una demanda ciudadana, sino de voluntad de Zapatero que presentó como los «puros antojos de gobernante desorientado que, para dar gusto a sus socios nacionalistas y sin medir las consecuencias, piensa que puede cambiar las estructuras del Estado como quien cambia los muebles de La Moncloa». Disgustado al ver cómo el Congreso ventilaba su iniciativa en menos de una hora compareció ante los medios posteriormente y anunció que los españoles «se pronunciarán sobre esto cuando haya elecciones en España».

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