Diario de León

«Salté la valla y me pegaron seis tiros»

Tiene 16 años y lleva uno en España. Todavía era muy pequeño cuando se lanzó a un viaje lleno de incidentes hacia un país que lo recibió a «plomazos»

Bobga (arriba) y Christian Fabien, ayer, en La Coruña

Bobga (arriba) y Christian Fabien, ayer, en La Coruña

Publicado por
X. Fernández - redacción
León

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Salió de Camerún con 13 años. «En mi casa no había nada, así que decidí venir a España. Sobre todo, para ayudar a mi madre». Aquello fue en el 2003 y cuando cuenta la historia, Christian Fabien ya sabe que es huerfano. Su madre murió en su país, mientras él esperaba a saltar la valla de Melilla. Antes, el muchacho había atravesado las fronteras de Nigeria, Níger, Argelia y Marruecos. «Salí sólo con la ropa que llevaba puesta y pasé casi todo el tiempo es-condido -recuerda-, como era pequeño, la policía no se metía mucho conmigo». Fue una travesía de más de un año por desiertos y zonas en guerra. Sin embargo, las únicas cicatrices que tiene se las hicieron en el lugar de destino. «Salté la valla y me pegaron seis tiros», explica, y enseña las cicatrices, en la espalda, la pierna y una nalga. Asegura que aún tiene «dos plomos» en el cuerpo, uno cerca del cuello. De aquel día, en verano del 2004, recuerda que «pasé con un grupo bastante numeroso y, cuando ya estaba en España me dispararon. Sangraba mucho y me debieron dar por muerto, porque me de-volvieron al lado de Marruecos y me dejaron allí tirado». Lo recogió Bobga Lawrence, un compatriota que ahora lo acompaña cuando cuenta su historia y que también pasó una odisea parecida, entre Camerún y Melilla. «Yo también salí en el 2003 -relata este joven, de 20 años-, aunque me equivo-qué y traté de pasar por Chad. Había muchos bandidos que robaban a la gente que atravesaba esa zona, así que tuve que dar la vuelta». En su segunda intentona siguió la misma ruta que Christian Fabien, aunque pasó por Libia antes de llegar a Argelia. Fueron momentos duros: «Comíamos sobras y tratábamos de formar grupos para viajar juntos, aunque muchos no aguantaban y se quedaban tirados en el de-sierto». Cerca de la frontera con Melilla se escondió en el monte del Gurugú, con cientos de subsaharianos más. Intentó tres veces el salto de la valla y en la última, él y sus compañeros fueron recibidos a golpes por la policía: «Me partieron la pierna cuando estaba ya tirado en el suelo. Después, al verme herido me trasladaron a un centro de internamiento». Pérdida de sangre No fue en esta tercera intentona, sino en la segunda, cuando se encontró con el cuerpo inerte del menor que ahora le acompaña. «Estaba inconsciente y había perdido mucha sangre. Lo llevamos al monte y uno de los nuestros, que había estudiado algo de medicina le hizo unas curas», señala Bobga, que añade que «esa misma noche, un gambiano murió tiroteado». El menor retoma aquí el relato: «Cuando me recuperé un poco, fui a un hospital para que me curaran, pero allí avisaron a la policía marroquí y ellos me devolvieron a la frontera con Argelia». «No entendía nada, estaba muy cansado -protesta-. En ese momento sólo quería volver a casa». Lo intentó y logró llegar hasta Tamanrrasset, en el sur del territorio argelino. Allí consiguió trabajo en un campo de cultivo. Ya recuperado y con algo de dinero, el muchacho rehizo el camino hasta el Gurugú. Consiguió saltar . Ya en territorio español, acabó en el centro de internamiento, en el que Bobga ya llevaba tres meses. Consiguieron pasar a la península (uno a Almería y otro a Málaga) y se reencontraron en Valencia. Tras el tercer reencuentro con su compañero (en una estación), ambos decidieron ir a La Coruña: «Quizá aquí tengamos alguna oportunidad», esperan.

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