| Reportaje | Cómo es este delito |
No será un FBI español Alto, esto es un secuestro exprés
Tony Blair, durante la presentación del Soca hace dos meses, definió a esta agencia como el FBI británico, una comparación que los técnicos españoles no admiten, ya que, insisten, el futuro Cico no contará con agentes adscritos a tiempo total. El centro anti mafia no tendrá carácter operativo (no habrá operaciones propias) por lo que tendrá unas funciones muy similares a las del Centro Nacional de Coordinación contra el Terrorismo, aunque sólo para asuntos relacionados con el crimen organizado. El Cico mantendrá un «perfil público bajo» sin apenas aparición en los medios de comunicación. El Gobierno espera que se convierta en el gran centro donde se vuelquen las informaciones sobre redes de delincuencia internacional facilitadas por los servicios policiales y de Inteligencia de la Unión Europea y de terceros estados (se piensa particularmente en países del este de Europa y de Sudamérica). El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que ya en el Congreso puso como ejemplo el sistema británico, aseguró en su última comparecencia parlamentaria que este centro tendrá como objetivo prioritario «la máxima disponibilidad de la información» para todos los cuerpos policiales implicados en las investigaciones. El secuestro exprés, una nueva modalidad de detención ilegal llevada a cabo por bandas de sicarios al servicio de redes mafiosas en la que la víctima permanece tan sólo unas horas en manos de sus captores, se ha convertido en un nuevo fenómeno delictivo en Cataluña, pero también en otras partes de España, sobre todo en lugares de alta actividad económica como Madrid o la Costa del Sol. Según han podido determinar los investigadores, las bandas de delincuentes no se dedican a secuestrar exclusivamente a personas pertenecientes a las clases más adineradas, sino también a pequeños empresarios y hombres de negocios, a cargos directivos y a víctimas con un poder monetario medianamente alto. Esta modalidad delictiva originaria de Colombia, Venezuela y México, que también se ha desarrollado en otros países de América Latina y en Estados Unidos, preocupa a las autoridades policiales y judiciales. En general, las organizaciones delictivas que se dedican al secuestro instantáneo en Cataluña y en otras partes de España están compuestas por matones a sueldo que asaltan a la víctima en plena calle o en su negocio, la someten a una gran presión psicológica, la maltratan a veces físicamente y después se ponen en contacto con la familia, a la que exige el pago de un rescate en pocas horas, o como máximo en un par de días. La policía cree que estas organizaciones delictivas, que en algunos casos podrían estar conectadas a redes mafiosas más complejas, carecen de la logística necesaria para mantener más de 48 horas secuestrada a la víctima. Es por este motivo que los secuestradores, en general, no suelen pedir cantidades de dinero excesivamente importantes, aunque todo dependerá de la disponibilidad económica del cautivo. La estrategia de los delincuentes consiste, básicamente, en que la operación se cierre rápidamente y evitar dar ninguna pista a las fuerzas de seguridad. En los países de América Latina donde el secuestro exprés es en una práctica cotidiana, la policía recomienda a las víctimas potenciales que intenten ser prudentes en caso de asalto; si tienen que negociar con sus captores es mejor que nunca digan la palabra «no» y utilicen respuestas claras, por ejemplo, decirles: «Miren, ustedes, quieren dinero, perfecto, pero vamos a organizarnos». La policía también recomienda a los secuestrados que, en la medida de sus posibilidades, nunca cambien un lugar abierto por un lugar cerrado, no mientan a los delincuentes, porque si lo descubren pueden vengarse y se resistan a llevarlos a su casa. Asimismo, los investigadores recomiendan que el secuestrado trate de controlar sus emociones y no se convierta en víctima, ni tampoco informe sobre aspectos económicos de la familia que los delincuentes ignoren. A veces, buscan a la víctima en una gasolinera o en los aparcamientos de los centros comerciales, o bien cuando salen de alguna oficina bancaria o de la empresa donde trabajan. Los asaltantes le obligan a ir a un cajero automático y retirar dinero. Después, tras haberlo apaleado, lo dejan en casa o atadao a un árbol.