Diario de León

| Análisis | El día después |

Pim, pam, pum contra Marín

Tras la virtual «victoria» de Zapatero contra Rajoy en su «cara a cara», los populares se lanzan a ocultar el fracaso y buscan a un culpable con pinta de presidente del Congreso

Acebes, Zaplana y Rajoy conversan en la primera sesión del debate

Acebes, Zaplana y Rajoy conversan en la primera sesión del debate

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P. de las Heras - madrid
León

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El Partido Popular está indignado con el presidente del Congreso. Una vez más. Dicen sus diputados que el trato que dispensó a Mariano Rajoy durante el gran debate político del año no tiene precedentes. Le acusan de racanería con los tiempos... y en eso pasaron casi toda la mañana. Lo habitual el día después de un cara a cara Gobierno-oposición es hablar de quien ganó la batalla. Muchos lo hicieron, incluso entre los populares. Pero en voz baja. El «asunto Marín», convenientemente aireado por el portavoz Eduardo Zaplana, actuó como tinta de calamar. Ya se quejaba el presidente de la Cámara baja hace más de un año, cuando Pérez Rubalcaba era el portavoz del PSOE, de que se le estaba convirtiendo en el pim, pam, pum del Parlamento; el muñeco de feria, decía, con el que tapar asuntos sobre los que los dos principales partidos nunca quieren hablar: la reforma del Reglamento, la financiación de partidos políticos... Rubalcaba es hoy ministro del Interior y Marín se sigue quejando de lo mismo. Asegura Manuel Marín que su comportamiento con el líder de la oposición fue exquisito, «mucho mejor -dijo ya el martes en plena bronca- que el de otros presidentes en ocasiones anteriores». Zaplana pretende desmentirle y ha encargado a su equipo un análisis exhaustivo de los debates sobre el estado de la Nación celebrados en los últimos seis años. Escucharán una a una todas las grabaciones cronómetro en mano. Y si se demuestra, como él sostiene, que Zapatero sobrepasó cuatro veces el tiempo acordado por la Junta de Portavoces en el año 2000 -Rajoy dispuso de seis minutos en su primera intervención y cinco más después- habrá lío. Mientras el cabeza del grupo parlamentario estaba en estas lides, Rajoy optó por dar carpetazo al asunto. A ese y al de si perdió o no una ocasión de oro para dar un revolcón a Zapatero y afianzar su liderazgo. Si el martes a última hora se le vio abandonar solo el pleno, a primera hora de la mañana ya estaba con el secretario de Seguridad y Justicia de su partido, Ignacio Astarloa, analizando la decisión del PSOE de abrir diálogo público con Batasuna. Fue en la «M-30», el pasillo semicircular que rodea el hemiciclo y al que no tienen acceso las cámaras. Precisamente, según algunos miembros del PP, fue este tema el que impidió que Rajoy brillara en su gran día. Estaba «incómodo», dicen, porque tiene una situación «difícil» ante el alto el fuego ETA. Algunos le reprochan un perfil poco agresivo en su primera intervención. Otros, falta de agilidad para responder a los ataques de Zapatero. ¿La consigna? La culpa de todo la tiene Marín.

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