El presidente del Gobierno trata de rebajar la tensión y pide al líder del PP «perspectiva» y «comprensión» | Crónica | La profesión del Monarca |
Zapatero?autoriza la reunión de Batasuna y?el?PSE?sólo?para?que?condene?la?violencia La charla del Rey y Rajoy «¡Hombre de poca fe!»
Rajoy asegura que estará «liberado» de apoyar al Gobierno si se produce el?contacto Los Reyes derr
José Luis Rodríguez Zapatero aclaró ayer que el PSE sólo se reunirá con Batasuna para exigirle que condene el terrorismo y no para abrir un diálogo político. Poco después de que el líder de la oposición amenazara con romper con el Gobierno, el jefe del Ejecutivo compareció de improviso para pedir al PP «sosiego, comprensión y apoyo». Rajoy aseguró que estará «liberado» de apoyar al Gobierno si el PSOE se reúne con la formación ilegalizada «Primero la paz y luego la política. La teoría de ver la paz va a ser una tarea que nos lleve tiempo. Eso no va a impedir que el diálogo político empiece, pero va a condicionar las expectativas para ese diálogo». Con esta afirmación, el presidente dio a entender en el debate de política general que no será necesario que ETA renuncie al terrorismo para empezar a dialogar con Batasuna. Ante el revuelo organizado, la Secretaría de Estado de Comunicación se vio obligada a convocar una comparecencia urgente para que Rodríguez Zapatero pudiera explicarse. Tildó de «insólitas» las interpretaciones de sus palabras, negó que haya antepuesto el diálogo con la formación ilegal al final de ETA y destacó que la reunión entre el PSE y Batasuna no se puede considerar «diálogo político ni negociación de ningún tipo». «En todo momento he afirmado que la paz está separada de la política y que el objetivo del diálogo con ETA es el fin de la violencia. Eso es lo que he dicho en muchas ocasiones y eso es lo que dije ayer (por el miércoles). Primero la paz y luego la política», recalcó. Rodríguez Zapatero mantuvo, no obstante, su apoyo a las conversaciones entre el PSE y Batasuna y negó que se trate de la apertura de un «diálogo político» formal. Defendió que su objetivo único es instar a los representantes de la izquierda aberzale a que acepten las reglas del juego, respeten la legalidad y rechacen la violencia. Confió en que el encuentro tenga resultados y esperó que el PP no se «atreva» a dudar de los principios y los fines que mueven a los socialistas vascos. El momento elegido por el PSE para anunciar sus contactos con Batasuna no es casual. En las últimas semanas habían recibido múltiples mensajes del partido ilegalizado sobre la necesidad de un gesto «amistoso» que equilibrase ante sus bases «el acoso» de los jueces a sus dirigentes. El PSE, informaron fuentes gubernamentales, trasladó la situación a La Moncloa y recibió luz verde para dar el paso. El Gobierno precisó a los socialistas vascos que si asumía el coste político de considerar «interlocutor necesario» al partido ilegal, los contactos se tenían que limitar a explorar las fórmulas para que Batasuna se convierta en una formación legal y nada más. Fuentes gubernamentales explicaron que con el paso dado se oficializa una relación que nunca se había extinguido, incluso en los últimos años de ilegalización. El objetivo ahora es, según el análisis gubernamental, que este verano el partido presente unos nuevos estatutos con el mismo nombre u otro para su legalización ya que la vía del Tribunal Supremo -la instancia que dictó la proscripción- está descartada por su complejidad. Además de aclarar sus palabras, el presidente del Gobierno trató de calmar los ánimos del líder de la oposición y pidió a Rajoy de forma reiterada que actúe con «meditación, reflexión y perspectiva» y le recordó que hasta ahora el Gobierno no ha empezado a hablar con ETA. Según el Gobierno, el PP ha querido pasar página rápidamente del debate de la nación porque «les ha salido mal y tratan de taparlo». El Rey cumplió con gran sutileza una de las principales tareas que le encomienda la Constitución: la de arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones. Don Juan Carlos y Doña Sofía inauguraron los nuevos edificios del Congreso de los Diputados (en los números 36 y 40 de la Carrera de San Jerónimo) en un acto protocolario al que asistieron, entre otros cargos institucionales, el presidente del Gobierno, el líder de la oposición y los portavoces de todos los grupos parlamentarios, a excepción de Esquerra Republicana de Catalunya. La jornada no era propicia para la concordia, después de la polémica entre el PP y el PSOE por el diálogo con Batasuna. Los Reyes recorrieron, acompañados del presidente del Congreso, los dos grandes inmuebles que en su día pertenecieron al Banco Exterior de España y al Banco de Crédito Local. Setenta mil metros cuadrados en los que ahora se han ubicado los despachos de los grupos parlamentarios, salas para la reunión de comisiones y ponencias y, a partir de septiembre, hasta una guardería para los trabajadores de la casa. Tras la visita, el Rey firmó como primer usuario del nuevo registro electrónico de la cámara, uno de los proyectos del plan de modernización del Congreso. Después, presidió el ágape que se ofreció en el vestíbulo principal y antiguo patio de operaciones de uno de los bancos. Don Juan Carlos y Doña Sofía lograron templar el frío ambiente provocado por la tensión entre Rajoy y Zapatero. En el momento de despedirse de los responsables de los diferentes grupos parlamentarios, el monarca se dirigió sonriente a Rajoy, estrechó la mano del presidente del PP para, inmediatamente después, cogerle de un brazo, extender el otro sobre los hombros y llevárselo a un rincón, donde mantuvo una breve conversación privada ante la sorpresa del resto de los presentes. No trascendió de qué hablaron. Minutos antes, en una conversación informal con periodistas en los mismos pasillos, el líder popular se había referido en términos muy duros a Zapatero. «Es increíble que un señor así sea presidente del Gobierno», aseguró visiblemente enfadado. Tras negar nuevamente que se le hubiera comunicado con antelación el anuncio de las conversaciones, hecho por el líder del PSE, Patxi López, Rajoy calificó de «indecencia» las filtraciones al respecto y se declaró «liberado» de mantener su apoyo al Gobierno. «Yo mantengo la misma posición que el 22 de marzo. Sólo un cantamañanas cambia de posición», recalcó. El PP aclaró más tarde que con esta expresión el líder popular no quería hacer referencia expresa al jefe del Ejecutivo. Zapatero acompañó al Rey en su periplo por el Congreso y se le pudo ver intercambiar un escueto saludo con Rajoy y algunas palabras más con el portavoz del PP, Eduardo Zaplana. La reina también fue capaz de sortear una situación incómoda. Los republicanos catalanes no hicieron acto de presencia, pero los miembros de IU sí. No pudieron obviar un toque rebelde: una enseña republicana que clavaron en su solapa. Doña Sofía pudo haberlos rehuido, pero optó por lo contrario. Se acercó a saludarlos y con una amplia sonrisa aseguró: «¡Me gusta mucho su bandera!». «Están muy asustados», dijo Zaplana después de mantener una breve conversación, en privado, con Zapatero después de que Rajoy anunciara la retirada de su apoyo al Ejecutivo. Sea cierto o no, interesado o no, el análisis de Zaplana, Zapatero intentó tranquilizar al partido opositor. No fue el único mensaje conciliador. La vicepresidenta primera conversó con el diputado de UPN, Jaime Ignacio del Burgo, en presencia del Rey. «Estad tranquilos, que no haremos nada sin vuestro apoyo». El presidente también desplegó simpatía con el parlamentario al que saludó con un espaldarazo y un comentario: «¡Hombre de poca fe!». El aludido le respondió: «Es que no tengo motivos para confiar, presidente». «Primero la paz, luego la política» R. ZAPATERO Presidente del Gobierno