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| Perfil | Ángel Riesco Carbajo |

El sacerdote que repartió pan, ayuda y cultura

El fundador de las Misioneras Apostólicas de la Caridad, alejado de los despachos episcopales, falleció en La Bañeza en 1972 dedicado a los enfermos y los pobres

Misioneras distribuyen leche en la cantina preescolar de La Bañeza

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M. Romero - león
León

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«Desde su muerte le sentimos más cerca de todos», dicen de don Ángel en el centro que fundó en La Bañeza para ayudar a los pobres, hoy convertido en una residencia para las misioneras mayores. «Fundó la ciudad pensando en un grupo de niños, hijos de emigrantes, pobres y en los que vivían con sus abuelos». Hoy, la misión iniciada por este siervo de Dios en 1957, se extiende por 18 provincias españolas, además de Argentina y México. Ángel Riesco Carbajo nació el 9 de julio de 1902 en Bercianos de Vidriales, provincia de Zamora pero perteneciente a la Diócesis de Astorga, algo que después marcaría su trayectoria religiosa. Siendo niño vivió la experiencia de emigrante en Argentina. De aquellos años guardó en su recuerdo la sentencia leída en la fachada del coelgio: «Lo que más vale en este mundo es ser bueno». Alumno de la Universidad Pontificia de Comillas, desde muy joven mostró una impronta de hombre piadoso y de grandes virtudes. Destacó especialmente por su celo apostólico hacia la catequesis, las misiones y el apostolado eucarístico y mariano. Su ordenación sacerdotal se celebró en el Seminario Mayor de Astorga el 25 de julio de 1926. Fue coadjutor y ecónomo en La Bañeaa, donde se dedicó casi en exclusiva a los pobres y enfermos y a la promoción de la vida espiritual. Más tarde fue nombrado vicario general de la Diócesis de Astorga. En 1957 funda el Instituto Misioneras Apostólicas de la Caridad. Precisamente este carisma especial basado en San Pablo le dio al instituto una peculiaridad única en aquellos años: hacer posible la vida consagrada en el mundo, también a personas enfermas, pobres de cultura y de medios económicos y quienes por causas similares no tenían cabida en ninguna institución de vida consagrada. Traslado controvertido Promovido al Episcopado fue obispo auxiliar de Oviedo donde se le encomienda la visita pastoral de gran parte de la archidiócesis. Pasado poco más de un año, es trasladado a Tudela, donde ocupó durante diez años el cargo de obispo, no sin contrariedades propiciadas desde la propia jerarquía eclesial. En 1969 presenta su dimisión como obispo de Tudela y regresa a La Bañeza, dedicándose por entero al instituto que había fundado doce años atrás. Su muerte El 2 de julio de 1972 fallecía en esta ciudad. Se celebró un funeral multitudinario. Su cuerpo fue depositado en la iglesia de Santa María. En la lápida, una frase resume su vida: «Pasó haciendo el bien». El 12 de octubre de 1995, festividad de la Virgen del Pilar, se abre en La Bañeza su proceso de canonización, que quedó clausurado el 1 de mayo de 1997. Se dice que Ángel Riesco se adelantó a los postulados del Concilio Vaticano II y que hizo de la pobreza una de las prioridades de la Iglesia. «Él siempre decía, queremos esta casa [por el centro bañezano] para dar pan, amor y cultura a los que no lo tienen», recuerda Mercedes Moratinos, directora del instituto y postuladora de su causa. Lo que aportó El valor aportado por don Ángel fue la oportunidad que brindó a muchas mujeres que, por deficiencias físicas, por falta de dinero o de formación, tenían limitado el acceso a las misiones y se les impedía consagrarse a Dios. Ésta característica tan evangélica perdura hoy en su legado.