Una invasión anunciada y prevista en Europa hace más de cuatro años
La patronal europea del textil y la confección levantó ya la voz de alarma a comienzos del nuevo milenio sobre el riesgo que suponía para el sector la entrada masiva de productos de bajo precio procedentes de Extremo Oriente a precios casi ridículos para las economías occidentales. El problema era un doble dumping en un sistema teóricamente global y de libre comercio: por una parte los salarios de miseria en países donde incluso se incentivaba el trabajo infantil y, por otra, las subvenciones estatales desde países de sistema comunista, como China. La UE encargó a finales del 2002 un informe a un grupo de expertos sobre cómo hacer frente a la competencia de los paises asiáticos, del que finalmente no salía nada práctico: se intento poner un cupo o límite a las importaciones, pero quedó desbordado en los tres primeros meses de este año. Después cada país intenta hacer frente por libre a la nueva competencia con subvenciones oficiales a las empresas, algo también de dudosa legalidad en la globalización, pero sobre lo que todo el mundo hace la vista gorda. Según la revista Noticiero Textil , que actúa de portavoz de la patronal española, ya a finales del pasado año era previsible una inundación de productos baratos chinos como la que ha acaecido, que pone en riesgo más de dos millones de puestos de trabajo en el conjunto del continente, entre los cuales los 6.000 de león serían apenas una gota de agua. Con ayudas o no, se calcula que una cuarta parte están condenados a desaparecer.