La piedra está en el tejado del presidente
El sector moderado del PP cree que una cesión mutua rebajará la tensión, pero debe ser Zapatero quien se adelante
Mariano Rajoy cuenta con el respaldo de todo su partido en la ruptura de relaciones con el Gobierno para afrontar el alto el fuego de ETA, pero los dirigentes del PP están divididos a la hora de calibrar las posibilidades de que pueda recuperarse el entendimiento. El sector más moderado está convencido de que la cesión mutua por ambas partes permitirá superar la ruptura, pero reclama un gesto del presidente del Gobierno que atestigüe un sincero cambio de comportamiento. Los más radicales aseguran que el partido opositor no puede moverse un ápice de sus posiciones para constituir así la única alternativa fiable cuando José Luis Rodríguez Zapatero haya «claudicado» ante los terroristas y los ciudadanos le castiguen por ello. Ruptura reversible Frente a esta visión pesimista, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, se mostró este miércoles «rotundamente» convencido de que la interrupción de relaciones entre el PP y el Gobierno podrá reconducirse. En su opinión, la ruptura «es reversible y lo será en el momento en que se produzca una rectificación de quien la provocó». El edil respaldó así las tesis de Rajoy y acusó a Rodríguez Zapatero de haber propiciado la quiebra de la confianza con su decisión de abrir conversaciones con Batasuna, a lo que el presidente deberá renunciar si quiere recuperar el apoyo del PP. Como Ruiz-Gallardón, otros miembros del equipo de Mariano Rajoy confían en reconducir la situación, pero aseguran que la pelota está en el tejado del presidente del Gobierno. «En política, todo es reversible, pero las decisiones del PP están en función de lo que haga Zapatero», asegura un destacado dirigente del sector más moderado del partido, que se confiesa incómodo en la actual situación. «Ellos se han radicalizado y nos han obligado a nosotros a radicalizarnos también -explica- y ahora los dos estamos en los extremos por lo que ambos tendremos que ceder en algo para volver a encontrarnos en el centro. Pero la clave la tiene Zapatero, que es el que lidera el proceso», insiste. Quienes comparten esta opinión aseguran que la rectificación del Gobierno debe ser «de fondo y forma» y modificar profundamente el camino que ha seguido desde que ETA proclamó el alto el fuego. «Éste es un mensaje muy claro para demostrarle que no puede tomarnos por el 'pito del sereno' como ha hecho hasta ahora», dice uno de los asistentes a maitines. «No nos gusta lo que está ocurriendo porque es incierto y confuso y no es bueno para nadie», añade. Firmeza moderada Alberto Ruiz-Gallardón, que participó en el Foro ABC, alertó a su partido de los riesgos que entraña el momento político actual y pidió una respuesta firme pero «moderada» a las actitudes del Gobierno socialista. «El mayor peligro del centro derecha ante el radicalismo de la izquierda, es que incurramos en posturas radicales», dijo, y advirtió de que «el contagio político del adversario es frecuente, pero sería el mayor error que podíamos cometer», añadió. Destacó la relevancia del actual momento político y justificó la actitud exigente de su partido por las consecuencias que puede tener para todo el país que Rodríguez Zapatero se equivoque. «Sería el error más importante de esta generación y nuestra obligación es denunciarlo», afirmó. Anunció que acudirá a la manifestación del próximo sábado «desde la convicción», y dijo que la suya no será una mera presencia institucional o testimonial. Además, pidió un respaldo «popular multitudinario» a la convocatoria de la asociación de Víctimas del Terrorismo. El alcalde ignoró que la marcha del sábado ha sido convocada no sólo para rechazar la negociación con ETA, sino para reclamar «toda la verdad» sobre el 11-M, porque aconsejó a su partido que no vuelva al debate de lo ocurrido entre los atentados y las elecciones generales del 2004 para «no caer en revisionismos históricos más propios de cátedras universitarias». En su opinión, insistir en la denuncia de lo sucedido en esos días restaría credibilidad a la oposición del PP porque «podría hacer creer que no tenemos argumentos» para demostrar que «este Gobierno no se merece continuar un segundo mandato por haber dilapidado la confianza que le dieron los ciudadanos».