Diario de León

Niega que ningún miembro de su partido haya negociado en el pago del impuesto revolucionario

Arzalluz desvela al juez Marlaska que el PNV echa al que paga a ETA

La citación enfada al político, que amenaza con impugnar la Constitución y no acatarla El jue

Arzalluz llega a la Audiencia acompañado de Josu Jon Imaz y el portavoz del PNV, Josu Erkoreka

Arzalluz llega a la Audiencia acompañado de Josu Jon Imaz y el portavoz del PNV, Josu Erkoreka

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Melchor Sáiz-Pardo - madrid
León

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«Ninguno de nosotros ha estado ni negociando ni rebajando la extorsión». El ex presidente del PNV Xabier Arzalluz fue tajante ante el juez Fernando Grande-Marlaska, quien ayer le interrogó como testigo en el sumario abierto contra la red de chantaje de ETA. El veterano político, que durante los 50 minutos de declaración negó con insistencia que su partido haya mediado nunca en los pagos a la banda, denunció a la salida del juzgado la «politización de la justicia» y advirtió que esta dinámica puede conducir a que el PNV «impugne la Constitución». El ex dirigente nacionalista llegó a la Audiencia Nacional a las 9:50 horas, escoltado por un nutrido grupo de policías y por buena parte de la plana mayor de su partido, entre ellos el presidente, Josu Jon Imaz, el portavoz de la formación en el Congreso, Josu Erkoreka, y los diputados Emilio Olabarria, Margarita Uría o Pedro Aspiazu. Durante el interrogatorio, en el que fue tratado de manera «exquisita» según sus propias palabras, fue preguntado sobre un pinchazo telefónico en el que Arzalluz hablaba con su interlocutor sobre la «preocupación» que la recepción de una carta de extorsión recibida tras el alto el fuego había provocado en un empresario. El ex presidente del PNV aseguró que en esa conversación no se habló de si se debía pagar o no, sino que el político dejó claro que «no aceptamos una tregua con extorsión». Fuera del juzgado, el ex responsable nacionalista dijo que «por supuesto» que el PNV ha conocido durante años los casos de extorsión, pero que desde el partido siempre se ha dado la misma consigna: «No paguéis». Explicó que en su formación existe una «ley interna por la que se prohíbe a cualquier afiliado del PNV a pagar ningún impuesto ni a ETA ni a nadie, so pena de expulsión». Xabier Arzalluz, no obstante, admitió que «a veces se presentan casos en que alguno ha pagado» y se preguntó : «¿Qué haces con él?». El político vasco, no obstante, señaló los cambios que, en su opinión, se han detectado en las cartas enviadas por ETA tras el alto el fuego. Según su versión, las misivas recibidas tras el cese de actividades se «han intentado justificar» en que «eran compromisos (de pago aplazados) que se habían tomado antes» del anuncio del 22 de marzo. Así, destacó que las cartas enviadas tras la tregua tienen «otro tono». «Vienen prácticamente a pedir la colaboración para el proceso de paz. Ya no es eso de que le vamos a hacer esto y lo otro a usted y a su familia. Es otra cosa», destacó. Primera vez ante un juez Al margen de la extorsión de ETA, Xabier Arzalluz aprovechó su paso por la Audiencia Nacional para criticar la «politización de la justicia». El ex dirigente, que confesó que era la primera vez que acudía a una citación judicial, dijo haber ido con «mucha prevención» a la Audiencia Nacional, a la que calificó de «tribunal de orden público». Arzalluz, que recordó las investigaciones abiertas contra Atutxa o contra Ibarretxe a cuenta de la reunión con Batasuna, denunció la persecución judicial del PNV. El antiguo responsable nacionalista dijo ver «con mucha preocupación» este proceso de acoso y advirtió de que «si siguen las cosas por este camino puede llegar el momento en que impugnemos la Constitución y no la acatemos». Todo ello, tras insistir en que el PNV no votó a favor de la Carta Magna, aunque hasta ahora siempre la ha acatado. «La ley antiterrorista va contra el nacionalismo, no contra ETA», señaló el testigo, quien dijo que la Audiencia está siguiendo la «línea Bush», en la que «poniendo el terrorismo por delante, todo vale» incluso considerar a los vascos como «ciudadanos de segunda clase».

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