Diario de León

El policía que salvó a Violeta se convierte en un héroe

«La cogí en brazos y sólo pensé en sacarla de allí como fuera y cuanto antes», relata César, que dice que sólo fue un eslabón más en la cadena humanitaria que ayudó a los atrapados

Cristina recibió ayer el alta

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Enrique Clemente - enviado especial | valencia
León

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Está abrumado e insiste en que es tan sólo «un eslabón más en una cadena humanitaria de pasajeros, bomberos, policías y personal sanitario» que ayudaron a liberar a los atrapados en la catástrofe del metro. Pero la imagen de este joven policía con la pequeña Violeta en brazos ha dado la vuelta al mundo y le ha convertido en el héroe de la tragedia de Valencia. César, que prefiere no dar sus apellidos, recuerda cómo se encontró con la niña de 11 años en las vías de la estación de Jesús, ensangrentada y semiinconsciente. «La cogí y sólo pensé en sacarla de allí como fuera y cuanto antes para que las asistencias médicas la atendiesen», relata. «En su rostro veía el de mi hija, que tiene cinco años, y se me partía el corazón, me ponía en el lugar de sus padres, de lo que sufrirían al enterarse», asegura. «No reaccioné como un policía, sino como lo hace cualquier persona en una situación como ésta, en caliente, sin pensar en nada, sólo tratando de ayudar a quien lo necesita», afirma. Por ello no quiere que se le llame héroe. «No me dio tiempo para darme cuenta de nada, y mucho menos de que me estaban haciendo una fotografía», añade. «Llevaba los ojos cerrados, pero no tenía los brazos lacios, por lo que no estaba totalmente inconsciente, yo trataba de darle ánimos, intentaba hablarle, le decía te vas a poner bien, tranquila, no pasa nada, mientras subía las escaleras de la estación», recuerda El día del accidente, Violeta y su madre, Carmen Garrote, volvían a Torrent después de una mañana de comprar en las rebajas. La niña estaba muy grave cuando entró en el hospital, pero se está recuperando bien. Su madre, de 41 años y natural como ella de Torrent, falleció ayer. César fue el día siguiente a ver a la niña al hospital para interesarse por su salud. «El padre de Violeta se volcó conmigo y me dijo que me lo debía todo, pero yo le contesté que yo no era nadie, sino uno más de los que participamos en el rescate», asegura. «Ha sido un golpe muy duro, pero lo mío es superable, yo no soy importante, lo de tantos otros ya no tiene remedio», añade. Reitera una y otra vez que sólo fue uno más. «Está la gente que sacó a la niña del tren, quien la llevó al andén, quien la atendió en la ambulancia, en el hospital, la hemos salvado la vida entre todos», insiste. Violeta Rius es una joven promesa de la gimnasta rítmica. Su madre siempre la apoyó en su trayectoria deportiva. La «curva de la muerte» de la estación de Jesús las ha separado para siempre.

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