Diario de León

| Análisis | Aumento de la violencia |

Sobremilitarización o retirada

Publicado por
Miguel Murado
León

Creado:

Actualizado:

Hasta este año, Afganistán era simplemente un fracaso más de lo que alguna vez se llegó a llamar la doctrina «del amor armado», el intento de democratización desde el exterior de un país indiscutiblemente corrupto y violento. Afganistán, al menos, presentaba una gran ventaja sobre el otro ejemplo fallido, Irak: que no se hablaba tanto de él. Incluso el movimiento antiguerra, siempre algo caprichoso con sus prioridades, parece haberlo pasado por alto. Este anonimato transitorio se ha terminado, y España es tan sólo el último país en darse cuenta de ello dentro de esa cadena formada por eslabones débiles que es la Isaf, la coalición militar internacional. Es ya un hecho: Afganistán tiene vocación de parecerse cada vez más a Irak. Para nadie es un secreto que la autoridad de Hamid Karzai no se extiende mucho más allá de la parte del país que se vería desde la ventana de su despacho de no estar éste en un bunker bajo tierra. El resto del país se encuentra en manos de los distintos señores de la guerra y clanes locales o en manos de los talibanes, quienes se sienten ya lo suficientemente fuertes como para iniciar una ofensiva en el sur del país. Les está costando cara (más de 600 guerrilleros, de momento) pero ha obligado a varios países de la coalición (entre ellos, España) a despachar más tropas. Como complemento de esta ofensiva, es visible desde hace semanas la importación de tácticas de la guerra civil iraquí. Bajo la dirección de (posiblemente) Yalaludin Haqqani, la exitosa secuela del talibanismo ha empezado a practicar con el coche bomba, el atentado suicida y otros métodos hasta ahora ajenos al acervo de la violencia afgana. Entre ellos está la bomba en la cuneta, posiblemente la fórmula utilizada contra las tropas españolas en Farah. De momento, parece que se trata tan sólo de ensayos, pero de los casos aislados podría pasarse muy rápidamente a la epidemia, como sucedió en Irak. En ese caso, la Isaf, que no puede comparase ni remotamente con el despliegue norteamericano en Irak, estaría en dificultades, y si se cumple la profecía de «un verano sangriento» que vaticinaba hace unos días el presidente Karzai, la comunidad in-ternacional se va a ver obligada a escoger entre dos cosas que no quiere: una sobremilitarización como la de Irak o una retirada.

tracking