Diario de León

Los milicianos lanzaron un centenar de cohetes contra territorio israelí y mataron a dos personas

Israel castiga Beirut e Hizbulá le declara la guerra abierta tras el ataque contra su líder

El Ejército hebreo bombardea los feudos del grupo en Beirut, el aeropuerto y la carretera de Siria

Un puente del sur del Líbano salta por los aires al ser alcanzado por la aviación israelí

Un puente del sur del Líbano salta por los aires al ser alcanzado por la aviación israelí

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Eugenio García Gascón - beirut / jerusalén
León

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La tensión sigue subiendo en Oriente Medio. Israel redobló ayer sus ataques sobre el Líbano y bombardeó la sede central de Hezbolá. No consiguió matar a su líder, que apareció poco después en televisión y declaró la guerra abierta a Israel. El Ejército hebreo completó ayer el sitio del Líbano con el bombardeo de la carretera que une a Beirut con Damasco y que constituye el principal punto de entrada y salida en ese país en el segundo día de bombardeos sistemáticos. Otro objetivo de los cazas y los buques de guerra fue el aeropuerto internacional de Beirut, cuyas pistas fueron parcialmente destruidas el jueves, pero que a pesar de ello ayer fue utilizado por varios aviones para salir del país. Sin embargo, en dos ocasiones más los F-16 bombardearon las pistas dejándolas inutilizables. Los cazas destruyeron asimismo grandes tanques de combustible pertenecientes a una planta de energía eléctrica en el área de Beirut y las columnas de humo negro subieron al cielo como en los peores días de la invasión israelí en los años ochenta. Por segundo día con-secutivo los raids se centraron en decenas de objetivos, en su mayor parte infraestructuras civiles. El número de civiles muertos descendió sensible-mente de 57 que hubo el jueves a los cinco de ayer. Los ataques seguirán El primer ministro Ehud Olmert se reunió en Tel Aviv con los jefes militares y aprobó una «serie de medidas» que no se hicieron públicas pero que según fuentes del ejército consisten en seguir bombardeando «objetivos» en todo el país vecino. Olmert dijo al secretario general de la ONU, Kofi Annan, que los bombardeos no se detendrán hasta que no se desarme Hezbolá, y «aceptó» que venga a la zona una delegación de la ONU. Los aviones israelíes dejaron caer sobre el suburbio de Dahiya, el feudo de Hezbolá en Beirut, miles de octavillas en las que se instaba a la población a salir del barrio. Miles de libaneses de esa zona abandonaron sus casas pero otros miles decidieron continuar pese al riesgo inminente de nuevos ataques. Y el ataque contra la sede de Hezbolá se concretó poco antes de las ocho de la tarde, cuando los cazas destruyeron el edificio donde trabaja su líder, Hasan Nasrallah. El jefe del ejército, Dan Halutz, dijo que el ataque se hizo «para extirpar el cáncer» de Hezbolá y no tenía por objetivo matar a Nasrallah. Ni el líder de Hezbolá ni su familia se hallaban en el edificio durante el ataque. Pocos minutos después Nasrallah pronunció una alocución televisiva en la que dijo que no acepta las condiciones de Israel y amenazó con ataques a Haifa «y más allá», hablando de «guerra total y abierta». Inmediatamente la milicia de Hezbolá abrió fuego contra los buques de guerra israelíes que bloquean los puertos libaneses. Al parecer, uno de ellos fue alcanzado porque a última hora de ayer lanzaba bengalas de localización. A lo largo del día las milicias chiíes dispararon decenas de cohetes Katiusha contra una veintena de localidades israelíes próximas a la frontera que causaron la muerte a una mujer y a su nieto de cuatro años y heridas a una decena personas. Por otra parte, ayer se supo que el presidente de la ANP, Mahmud Abbas (Abu Mazen), se reunió esta semana en Ammán con el jefe de los servicios secretos israelíes para hablar del soldado Guilad Shalit que secuestraron las milicias palestinas el 25 de junio. Y en Rafah, en la frontera entre Egipto y Gaza, los milicianos abrieron por segunda vez en tres semanas un boquete en el muro para permitir la entrada de miles de palestinos que esperan desde hace semanas del lado egipcio. En los últimos días han muerto seis de esos palestinos mientras esperaban que se abriera la frontera

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