Diario de León

Acnur se comprometió a a coger a los diez subsaharianos que finalmente fueron rechazados por el gobierno de Libia

Los inmigrantes rescatados en Malta llegan a España para ser repatriados

La Valetta organiza un amplio despliegue policial para expulsar a 43 de los indocumentados

Un policía español ayuda a subir al avión a la única niña del grupo

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Borja Prada - madrid
León

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El Francisco y Catalina, que recogió el pasado 14 de julio a 51 inmigrantes frente a las costas de Malta, pudo atracar ayer en el puerto de La Valetta una vez que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero solucionase a última hora los problemas surgidos en el reparto de los náufragos. Libia se negó a acoger a los 10 sin papeles que había aceptado el pasado miércoles y la delegación de Acnur en España tuvo que hacerse cargo de ellos. Ocho de los náufragos se quedaron en la isla, y el resto voló a Madrid en dos aviones fletados por el Ejecutivo. Poco antes de las tres de la tarde el pesquero llegó al puerto de la capital maltesa después de que las autoridades de ese país autorizasen el atraque. Acompañado en todo momento por la patrullera que ha estado vigilando sus movimientos desde que recogió a los inmigrantes hace casi una semana, la nave entró en el fondeadero con gestos de emoción de la tripulación y los recogidos. La llegada, prevista para el jueves por la mañana, se retrasó porque las autoridades malte-sas impusieron que hasta que los aviones no hubiesen llegado no autorizarían el desembarco. Una vez que los aparatos tomaron tierra a eso de las siete de la tarde del jueves, los marineros recibieron la orden de poner rumbo al puerto. Sin embargo, al cuarto de hora el barco fue obligado a regresar. Desconcierto a bordo A bordo reinó el desconcierto y el desánimo. La situación incluso se volvió tensa pues los víveres empezaban a escasear. Además, los diez miembros de la tripulación llevaban siete días conviviendo con los 48 inmigrantes -tres habían sido trasladados a un hospital por su estado de salud- en apenas 50 metros cuadrados y el calor empezó a hacer mella. La embajadora española en Malta, Marta Vilardel, en un intento de tranquilizar la situación, llamó al Francisco y Catalina para informar al capitán de que había surgido «un pequeño problema con Libia»: el país magrebí no quería a los diez eritreos que había asumido en el reparto. El barco, que permaneció en el mismo sitio que los días anteriores, recibió a las 12 del mediodía de ayer una nueva orden. Debían enfilar la proa rumbo a La Valetta. Encendieron los motores y los inmigrantes comenzaron a hacer la señal de la victoria y no pararon hasta llegar a puerto. Nada más atracar, las autoridades maltesas trasladaron a los subsaharianos en autobuses al aeropuerto, en el que esperaban los dos aviones fletados por Defensa en los que partieron a Madrid. Viajaron 43 sin papeles, pues ocho se quedaron en la isla. Los miembros del pesquero se despidieron de los naúfragos entre emotivas escenas de agradecimiento. Seguirán con su pesca en aguas maltesas hasta finales de agosto.

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