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| Crónica | La semana política |

La economía protege a ZP

Publicado por
Manuel Campo Vidal - madrid
León

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Quien haya escuchado recientemente a Felipe González, sabe que atribuye a la buena suerte la marcha positiva del Gobierno encabezado por José Luis Rodríguez Zapatero. «Es una forma de quitarle méritos», según algunos interpretes. Puede ser, pero lo que importa es cómo van las cosas en España que, afortunadamente, no se parecen en nada a lo que dicen algunos medios recogiendo el catastrofismo de la oposición. Ya sucedió en el pasado. El malogrado Ernest Lluch atribuía a la lectura diaria desde Nueva York del ABC de Ansón el hecho de que Javier Pérez de Cuéllar decidiera no comprar en su día un piso en España porque creía que la inseguridad ciudadana había alcanzado niveles mexicanos. Es la prueba de que Pérez de Cuéllar «no es muy listo o se informa muy mal, lo que es grave en un secretario de la ONU», decía Lluch. En circunstancias similares, algún extranjero, lector de la prensa derechista en la última semana, pensará que Zapatero es básicamente un propalestino obsesionado por combatir a Israel y, por tanto, a Estados Unidos. Una crítica a la ofensiva israelí en la guerra del Líbano y la foto del pañuelo palestino que le ofrecieron unos estudiantes saharauis han dado pie a una arremetida mediática tendente a eclipsar el trabajo de normalización de relaciones con EE.UU., con el importante viaje del numero dos socialista, José Blanco, a América. ¿Y quién protege al presidente del Gobierno de la desmesura mediática?. Pues el sentido común de la gente, fundamentado básicamente en eso que el profesor Emilio Ontiveros, en conversación con Diario de León, llama la «fiesta de la economía». Claro que hay problemas y gente que anda apurada. Pero el crecimiento sostenido del 3% anual, la reducción del desempleo, que en algunas comunidades como Aragón o La Rioja apenas existe, el control relativo de la inflación, el saneamiento de las cuentas publicas por la recaudación de Hacienda y la Seguridad Social, «a la que le sale el dinero por la orejas», ofrece un cuadro positivo en la macroeconomía que el ciudadano percibe en la vida cotidiana. Un debate esta semana en los cursos de verano del El Escorial entre Ontiveros y Luis de Guindos, que tuvo altas responsabilidades económicas con Aznar, lo puso de manifiesto. La España real esta muy lejos del desastre que pinta la oposición, pese al enloquecido precio del petróleo que roza los 80 dólares. En ese dato deberá reconocer González que lo de la suerte de Zapatero no cuadra. Incremento de población Para el ex ministro Manuel Pimentel, que se atrevió a dimitirle a Aznar, una buena parte del secreto está en el incremento de población. «Pasa-mos años sin cruzar la barrera de los cuarenta millones, y por tanto envejeciendo, pero estamos cerca de cuarenta y cinco y acabaremos en cincuenta», pronostica a este periódico. Eso alimenta el consumo y mueve la vivienda. Incluso Ana Botella admite los efectos benéficos de la inmigración sobre Madrid, que ya es la tercera ciudad europea en creación de riqueza tras Londres y París. Y prevé el deseable acomodo de más inmigrantes aunque de forma controlada. La teoría de Mayor Oreja sobre la perversidad de la llegada de inmigrantes queda liquidada. Cuando se le recuerda a Ana Botella, sale como puede: «No, no creo que mi partido diga cosas distintas a lo que yo digo». Otra cosa es que haya que limitar el ansia consumista de la ciudadanía, que se expresa en la adquisición de coches de importación y grandes cilindradas, como si regalaran la gasolina, o en el gasto excesivo cuando sale al exterior. Comercio alerta de que el turismo que entra se mantiene pero que viene a gastar poco a diferencia de los españoles que, cuando salen, derrochan y todo eso se refleja en el déficit exterior; uno de los pocos datos no positivos. Mientras, en Madrid, se viven la últimas semanas de Montilla como ministro y se escuchan voces que lo lamentan. «De unos diez ministros de Industria que habré conocido, Monti-lla y Piqué son los dos que más han dialogado con la sociedad civil a diferencia de otros que se encastillaban en el cargo y hablaban sólo con su equipo», sostiene Jesús Banegas, presi-dente de la patronal de la Informática y la Electrónica. Curiosamente, esos dos ministros son candidatos a la Generalitat catalana y uno tiene expectativas de presidirla, algo inhabitual porque del cargo de ministro se suele ir directamente a casa y no a una comunidad autónoma o a un ayuntamiento. Manuel Chaves sería la excepción junto con Aparicio, actual alcalde de Burgos, y ambos venían de Trabajo. Zaplana y el castellano Lucas, son excepciones en un viaje en sentido contrario. Y el caso límite, el primer presidente autonómico aragonés, el socialista Santiago Marraco, ingeniero de montes, que fue director general del Icona. «Nos ha dado una lección de humildad a todos», comentó en su día Javier Solana. Que Montilla y Piqué estén en la política catalana es un regalo porque vienen de hacer un máster en un Ministerio que contiene casi todas las asignaturas complicadas de la economía catalana: Industria que se quiere deslocalizar, turismo que agota su modelo, comercio con déficit creciente, y, además, energía de coste imparable y sociedad de la información en la que vamos entrando poco a poco, pero en la que otros corren más. «Ojala, si eres presidente, hagas del conocimiento tu principal bandera», le dijo la otra noche Ontiveros a Montilla.

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