Desastre a la romana
La así llamada conferencia internacional de Roma sobre Líbano ya había sido rebajada a reunión antes de su apertura ayer en la capital italiana y su fracaso no ha sorprendido a nadie. Clausurada sin que se haya sabido a ciencia cierta quién la convocó, ha sido percibida como parte de la estrategia conjunta israelo-americano-británica de dar al gobierno judío todo el tiempo necesario para completar su ofensiva en Líbano mientras se teorizaba la tesis del llamado alto el fuego sostenible. Eso significa que el alto el fuego no es prioritario porque, sin descansar sobre una base política bien atada y aunque pudiera cortar la sangría, no provocaría el cambio cualitativo que espera abiertamente Washington. La Secretaria de Estado, Condoleezza Rice, ha repetido que esta vez aparecerá un nuevo Oriente Próximo sobreentendido, más permeable al diseño estadounidense. La posición norteamericana de estrecha alianza con Tel Aviv no es nueva ni sorprendente, pero sí la crudeza con que ha sido expuesta frente a la unanimidad internacional (sólo con Londres escurriendo el bulto). El sábado The Washington Post recordaba que George W. Bush es el primer presidente que, ante una irrupción violenta de esta envergadura, no adopta la universal receta de pedir un inmediato alto el fuego en la ONU. Esta posición, que sugiere una instrumentalización por Israel de la captura de dos de sus soldados por el Hezbolá para proceder a un ataque previsto y pendiente de ejecución, hizo inválida la reunión romana de ayer, ensombrecida también por la muerte de cuatro observadores de la fuerza regional de la ONU (Finul) en lo que Kofi Annan llamó bombardeo aparentemente deliberado. La agenda de la sesión, dominada por el veto a un alto el fuego debió concentrarse en la ayuda humanitaria y la eventual reconstrucción del Líbano hoy en vías de destrucción. Javier Solana llevaba un buen papel, se dice, sobre cómo podía inventarse y explicarse políticamente una fuerza militar de interposición cuya creación llevará largos meses de trabajo. Pero sin un acuerdo político y un alto el fuego, es implanteable a corto plazo. Por si fuera poco, mediada la sesión llegó la noticia de que los milicianos chiíes habían dado muerte a 13 soldados israelíes en rudos combates en torno a Bilt Yebel y de que decenas de civiles israelíes, muchos niños incluidos, perecían en el bombardeo de un edificio libanés. El desastre a la romana se rubricaba con la sangre de los beligerantes.