| Crónica | Larga noche en El Prat |
Cuatro horas de cola y mucha indignación
Aena, con el apoyo de Cruz Roja, se esforzaba en paliar las necesidades más básicas de los viajeros atrapados
Ayer el aeropuerto de El Prat amaneció con la resaca que le dejó la caótica jornada del viernes. Miles de pasajeros deseosos de comenzar sus vacaciones veraniegas se vieron obligados a pasar la primera noche en los pasillos del aeródromo. Muchos de ellos acabaron dormitando en el suelo arropados con cartones, rodeados de botellas vacías, envoltorios de bocadillos y todo tipo de desperdicios para los que ya no había lugar en las papeleras. Durante la madrugada, la desesperación llegó hasta tal punto que un grupo de viajeros con destino a Buenos Aires decidió también iniciar su rebelión particular y cortar la vía de acceso al aeropuerto como forma de protesta ante la situación. Hasta que las autoridades restablecieron el tráfico a través del aparcamiento, algunos viajeros se vieron obligados a acceder a El Prat cargando sus maletas desde un polígono industrial cercano. En torno a las 7 de la mañana, cuando los manifestantes observaron que su 'medida' no tenía ya ningún sentido y que se acercaba la hora que Iberia había fijado para restablecer sus operaciones, la manifestación se disolvió y el acceso pudo volver a una cierta normalidad. A primeras de la mañana, a los miles viajeros que vivían su segunda jornada en el aeropuerto se sumaban otros tantos que, billete en mano, se disponían a aumentar aún más las largas colas de los mostradores de las compañías. Mientras las autoridades anunciaban la paulatina vuelta a la normalidad, los pasajeros que no pudieron tomar su vuelo el viernes recibían con indignación la noticia de que los últimos que llegaban tenían prioridad para coger los vuelos. Pero el billete de los nuevos tenía por fecha 29 de julio y el suyo no. Como «premio de consolación», Cruz Roja volvió a repartir agua y bocadillos entre quienes vivían su segundo día «atrapados» en El Prat y aún tenían por delante largas horas de espera. La mayoría de pasajeros se han visto obligados a guardar un mínimo de cuatro horas de cola para poder facturar las maletas. Francisco Torres, que se disponía a viajar a Alicante, ha llegado al aeropuerto a las 8.00 horas y, cuatro más tarde, aún no había conseguido su objetivo de facturar sus maletas. Torres ha explicado que cuando llegó al aeropuerto las colas «ya eran monumentales». Otros pasajeros han coincidido en asegurar que la situación de ayer era todavía peor que la del viernes, y que circular con el carrito de las maletas por el interior de las terminales era prácticamente «una misión imposible» ante la enorme concentración de personas. Una joven pasajera, mientras aguardaba pacientemente su turno ha descargado su rabia escribiendo en una pared de la terminal el siguiente texto: «Iberia, una miseria. Aena, da pena. Políticos, ¿dónde estáis?».