El suelo agrícola ha duplicado en diez años su precio por las ayudas de la PAC

El precio de los productos agrarios, al igual que el volumen de las cosechas, no ha subido desde la entrada de España en la UE a primeros de los años noventa y el número de agricultores que se reparten la tarta ha caído a apenas una tercera parte, pero los precios del suelo agrícola han registrado un crecimiento espectacular gracias a las subvenciones comunitarias. El precio medio de una hecárea de suelo cultivable en los pueblos de la provincia es ahora de 4.171 euros, frente a las 335.000 pesetas de cuando entro en vigor la Pac en 1992 y el valor de los terrenos no para de crecer, aunque su rentabilidad se mantenga estancada. Se trata de un patrimonio que aumenta de forma un tanto llamativa desde el punto de vista de los expertos económicos, puesto que no hay mejora en producciones o beneficios empresariales propiamente dichos. Según el secretario del sindicato agrario Asaja, mayoritario en la provincia, José Antonio Turrado, las mayores cotizaciones del suelo agrícola sólo se explican por la lluvia de ayudas desde la UE, cosechas aparte, que apenas cuentan en el resultado final de explotación, y es un fenómeno generalizado en todo él país, aunque se muestre más llamativamente en las regiones y provincias con mayor tradición agrícola, como las de la autonomía de Castilla y León. De hecho y a pesar de la reconversión agraria del 1,6 millones de hectáreas que abarca la provincia leonesa oficialmente sólo 0,2 millones no se trabajan por improductivas: el resto tiene teóricamente todo tipo de aprovechamientos, desde regadíos hasta secanos pasando por eriales, pastizales y barbechos. Dada la difícil y variada orografía leonesa tal nivel de explotación del paisaje parece un milagro. Los precios del suelo de uso agrario han recuperado en León niveles similares a los de mediados de los ochenta, cuando parecía que regadíos y cultivos industriales, como la remolacha o el lúpulo, eran una riqueza equiparable a la de las minas de carbón. Un proceso similar ha ocurrido en el resto de las provincias de las autonomía, aunque en muchas comarcas burgalesas y de Valladolid los precios han superado a los leoneses. En el caso de Burgos la revalorizazión no carece de sentido por su proximidad a los viñedos alaveses y riojanos, cuyas bodegas suman un importante valor añadido. Algo parecido sucede en Valladolid, banderín de enganche de las demoninaciones vinócolas de origen de la ribera del Duero. Otras provincias, como Zamora con los vinos de Toro, han aumentado también la cotización media de su suelo de uso agrícola por encima de León, que antaño la lideraba: hoy una hectárea de viñedo se cotiza, según la Junta, a 16.809 euros por término medio en Valladolid, a 11.304 en Zamora a 9.975 en Burgos y a apenas 8.100 euros en León, se supone que en el Bierzo.