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Aseguran que no ayuda a tender puentes de entendimiento con los seguidores de esa fe

Críticas de musulmanes y anglicanos a Bush por asociar islam y fascismo

Los demócratas le piden al presidente un cambio de rumbo en la política de seguridad

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Óscar Santamaría - corresponsal | nueva york
León

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El presidente George W. Bush volvió a encender los ánimos al afirmar que Estados Unidos está en guerra «con los fascistas islamistas». Una expresión que no ha sentado nada bien en esta comunidad. Fiel a su modo directo, al estilo tejano como a él le gusta decir, Bush empezó con esas palabras su breve comparecencia ante los medios el jueves desde la pista de aterrizaje de un aeropuerto de Wisconsin, horas después de que se diera a conocer el complot terrorista desbaratado por las autoridades británicas. Las reacciones no tardaron en llegar y varios grupos musulmanes lo criticaron por no ayudar, precisamente, a tender puentes de entendimiento con los seguidores de dicha fe. «Consideramos que es una expresión desacertada y que es contraproducente asociar el islam o los musulmanes con el fascismo», dijo en una rueda de prensa Nihad Awad, director del Consejo de Relaciones Estadounidenses-Islámicas (CAIR), quien pidió a Bush que controle sus declaraciones y le recomendó tomar ejemplo de las autoridades británicas, más cuidadosas en sus pronunciamientos en este tipo de sucesos ante los que la opinión pública es muy susceptible. También el Consejo de Asuntos Públicos Musulmanes (CAPM), con sede en Los Ángeles, salió al paso de las palabras de Bush. Más daño que beneficio «El problema con esa frase es que ayuda a vincular el islam con la tiranía y el fascismo más que a delimitar la amenaza a un grupo específico de individuos», dijo su portavoz, Edina Lekovic. La activista añadió que «cuando las personas más necesarias en la lucha contra el terrorismo, los musulmanes estadounidenses, se sienten alienados por las palabras del presidente sobre estos supuestos terroristas, eso causa más daño que beneficio». Las palabras de Bush también resonaron al otro lado del Atlántico. El arzobispo de York, John Stentamu, indicó que esos comentarios «no ayudan precisamente» a calmar los ánimos y añadió que contribuyen a «etiquetar de enemigos a personas que son absolutamente inocentes». «No creo que la gente que hace esto lo haga en nombre del islam», afirmó el arzobispo anglicano. Las críticas a Bush también le llegaron desde la oposición demócrata, que aprovechó para pedir un «cambio de rumbo» en la política de seguridad nacional. El congresista demócrata James Clyburn dijo que se debería diseñar una estrategia que, por ejemplo, «incluya tecnología punta en los puntos de control aéreos capaces de detectar explosivos en líquidos y plásticos». Y el también demócrata, Harry Reid, manifestó que «como consecuencia de una mala gestión y prioridades presupuestarias erróneas, no estamos tan seguros como deberíamos estarlo». Por otro lado, las autoridades estadounidenses transmitieron ayer un mensaje de calma a sus ciudadanos al señalar que «hay pistas que sigue el FBI. Estamos buscando conexiones en Estados Unidos con los conspiradores del Reino Unido, pero no tenemos pruebas de que haya alguna amenaza o célula activa aquí», aseguró la consejera de Seguridad Nacional, Frances Fragos Townsend, quien afirmó que «sí, es seguro volar». Mientras, los aeropuertos estadounidenses volvieron ayer a la normalidad tras la puesta en práctica de las nuevas medidas de seguridad y de que los pasajeros embarquen en los aviones con un equipaje de mano mucho más reducido.

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