Viggo saca a los leoneses a la calle
Desde primeras horas de la tarde, cientos de personas esperaban en el Emperador para ver de cerca a Viggo Mortensen, que llegó en un coche con la bandera de León
Gritos, lloros y casi 2.000 flashes de cámaras disparando a cada segundo. Con 45 minutos de retraso Viggo Mortenssen llegaba a las puertas del Teatro Emperador, acompañado por el director de la película, Agustín Díaz Yanes, y una de las actrices principales, Elena Anaya. El afamado actor se bajó de uno de los primeros coches, con una bandera de la ciudad León, que le acompaña siempre allí dónde va, y que él personalmente se encargó de colocar en el vehículo. Y, es que Viggo Mortensen se confiesa un enamorado de la ciudad y de sus gentes y no repara en proclamarlo a los cuatro vientos, con un brillo especial en los ojos que verifica y humaniza su afirmación. Las caras expectantes de los fanáticos del Capitán Alatriste expresaban una emoción incontenible. Una marea humana taponaba la entrada a las escaleras principales del Teatro de la ciudad, como si de un batallón se tratase, esperando con sus armas, (en este caso móviles, cámaras de fotos y de vídeo), para capturar, aunque tan sólo fuera por unos segundos, a su idolatrado y valiente personaje. Admiradores de todos los rincones del planeta no repararon en gastos ni en esfuerzos personales para ver a Viggo Mortensen a cualquier distancia posible. Un grupo de mujeres provenientes de China continuaban su espera, sin entrada, al comienzo de la película para ser las primeras en ver su salida. También había gente de Francia, de Portugal y de Alemania, desde donde una joven se había trasladado el jueves para conseguir una de las entradas, después había viajado hasta Madrid para disfrutar del preestreno, y hoy vuelta a la carretera para ser una de las privilegiadas en León. Aunque existen muchas opiniones, acerca del largo, (la mayoría de ellas muy positivas), lo cierto es que el patio, la platea y los palcos laterales estaban a rebosar. Durante la presentación de la película la gente no podía controlar su emoción; aplaudían sin parar y piropeaban al atractivo actor, también con pancartas. El momento cumbre, cuando Viggo Mortensen defendió la permanencia del Teatro y ensalzó al pueblo leonés, prometiendo su vuelta a la ciudad; entonces el público sí que vivió un ambiente de sueño y esperanza.