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| Crónica | La semana política |

Montilla las mata callando

Publicado por
Manuel Campo Vidal - madrid
León

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Esta afirmación de Enric Sopena merece elevarse a titular. En menos de dos meses han sido relevados el presidente de la Generalitat y el alcalde de Barcelona. El aún presidente catalán, Pasqual Maragall, sale en dirección a algún lugar ubicado en la política europea y Joan Clos acaba en el Ministerio de Industria. Sólo un excelente estratega es capaz de impulsar con éxito esos movimientos silenciosos. Ciertamente, José Montilla las mata callando, aunque algún gemido aislado se escuche. Por ejemplo, el de la esposa de Maragall, Diana Garrigosa, que ha renunciado a su militancia en el PSC. No estuvo en Tarragona el pasado 15 de Julio en la proclamación de Montilla como candidato a la Generalitat, lo que resultaba llamativo porque era asidua de cualquier acto público, pero ayer trascendió su enfado. No es el único, claro, pero se contendrá la corriente porque la gente de Montilla envía constantes mensajes de que nadie quedará marginado y, para prueba, el destino de Joan Clos. Se les puede creer, porque los socialistas catalanes, a diferencia de otros partidos como el mismo PSOE, cuidan a sus ilustres caídos, incluidos a los que hacen caer. ¿Se acuerdan de Narcis Serra?. Es presidente de Caixa Catalunya. ¿Raimon Obiols? Eterno eurodiputado, garantía de suculenta jubilación. ¿El fundador, Joan Reventós, ya fallecido?. Presidió el Parlamento catalán. Nada debe temer Maragall y menos Joan Clos que ha sido ascendido y no castigado, como él mismo explica: «Dígame un solo país en el que se castigue a alguien nombrándole ministro». El secreto del verano El pequeño revuelo por el cambio de Clos -el secreto mejor guardado del verano que solo conocían Zapatero, Montilla, Maragall, el propio Clos y más tarde Pedro Solbes- ha sido exterior. A Convergencia, le ha cambiado otra vez el paso. Habían diseñado una campaña contra Maragall y se mueve la pieza. Tenían las baterías listas contra un Clos que descendía en las encuestas por debajo de la marca PSC, y les colocan un candidato desconocido de cuarenta años, Jordi Hereu, apellido que curiosamente en catalán significa «heredero». Aún así, un colaborador de Artur Mas explica a Diario de León que ven clara su vuelta a la Generalitat «si no cometemos errores y si somos capaces de contener la euforia». Tienen claras posibilidades, pero hace tres meses con Maragall llevaban quince puntos de ventaja a los socialistas y ahora ya solo cinco. La revolución charnega Se verá pero, como el citado Sopena ha escrito en el confidencial que dirige -elplural.com- quizás, con Montilla, «la noche del 1 de noviembre asistamos al triunfo de la revolución pacífica de los charnegos», palabra despectiva que define a los gallegos, andaluces, aragoneses, etc. que se convirtieron en nuevos catalanes. Montilla (Iznájar, Córdoba, 1955) es su genuino representante. En cuanto al nombramiento de Clos, la única voz sensata que se ha escuchado es la de la diputada popular Ana Pastor que, para sorpresa de los oyentes catalanes de Com Radio, reclamó un período de gracia para el nuevo ministro de Industria porque le parece incorrecto criticarlo antes de que actúe. «No lo hice por corporativismo, dado que es médico como yo, sino porque eso no es serio. La oposición debe ser cañera, es inevitable, pero manteniendo las formas, los tiempos y la razón», comenta a Diario de León. Si el PP comulgara con esa filosofía, hoy su tarea de oposición gozaría de mayor crédito. El mismo jueves vimos en el Congreso el ejemplo contrario: la diputada popular Ana Torme le espetó al ministro del Interior el caso Rafael Vera, para complacencia del periódico nacional que persigue al ex secretario de Seguridad, pero para hastío del electorado del Partido Popular que no comparte la radicalización absurda de sus dirigentes y quiere mirar al futuro de una vez por todas. Con el relevo de Joan Clos y el anuncio de que el ex presidente de Canarias, el socialista Jerónimo Saavedra, pugnará por la alcaldía Las Palmas, el PSOE continúa su remodelación de candidatos. Ya elevó al eterno alcalde de La Coruña, Paco Vázquez, a los altares del Vaticano, una forma elegante de desmontar su particular república del Ayuntamiento de esa capital gallega, lo que prueba que en el PSOE también hay otro que las mata callando, léase Pepe Blanco. Del Partido Popular no se tiene noticia hasta ahora de operaciones similares salvo en Galicia, donde se da por descontado que Cacharro Pardo, barón de Lugo, no repetirá como presidente de la Diputación. «Veremos si Núñez Feijoo se atreve a cambiar cargos susceptibles de salir en los periódicos o, peor aún, en diligencias judiciales», señala a Diario de León un destacado militante del Partido Popular gallego preocupado por el enriquecimiento visible de algunos ediles. Concejales independientes Si no se puede ganar, por lo menos, limpiar ya que las expectativas no son buenas para el PP en las municipales por la obligación de ganar siempre por mayoría absoluta. En una comunidad como Galicia en el que se ha perdido la Xunta por tan solo un diputado, hay muchos alcaldes del Partido Popular que lamentan la falta de flexibilidad de su partido para establecer alianzas, porque pueden pasar a la oposición por un solo concejal. Según están las cosas, a los independientes que consigan concejalías se les abre un mundo de oportunidades en los ayuntamientos. Y quien sabe si más allá.