La estrategia del 11-M divide al PP

El líder del PP salió ayer al paso de la polémica generada por el discurso de su partido sobre los atentados de Madrid en 2004 y lo hizo para respaldar las tesis de su presidente en Cataluña, Josep Piqué, al rechazar que el 11-M pueda protagonizar su política de oposición. Al mismo tiempo, el portavoz parlamentario en el Congreso, Eduardo Zaplana, insistió en su ofensiva sobre el mismo asunto, que también asume su jefe de filas cuando defiende la obligación del PP a preguntar. Rajoy intenta repartir sus opiniones y contentar a todos en su partido. Se muestra a favor de reclamar una mayor transparencia del Ejecutivo, así como el esclarecimiento de los atentados, y se declara en contra de que el 11-M domine el discurso del PP. «La policía y los jueces deben seguir investigando», dijo en declaraciones a Onda Cero. «Averiguando de verdad lo que pasó aquí podríamos evitar que volviera a ocurrir algo similar», añadió. «Pero ése no es el eje de nuestra política», puntualizó después en plena sintonía con Piqué. Con el presidente popular están de acuerdo prácticamente todos los miembros de la dirección. No excluyen la necesidad de seguir preguntando sobre los atentados en el Parlamento, pero consideran altamente perjudicial que el asunto marque la pauta de su trabajo político y rechazan que monopolice el discurso del líder de la oposición; señalan que, en todo caso, las actuaciones deben reducirse a intervenciones parlamentarias de portavoces de segundo nivel. Ecos de la prensa En recientes debates internos sobre su estrategia de oposición, el presidente popular y sus más cercanos asesores coincidieron en que el PP no puede hacer seguidismo de las estrategias editoriales de determinados medios de comunicación, estuvieron de acuerdo en centrar sus energías en criticar la ineficacia del Gobierno para resolver problemas que preocupan a los ciudadanos y acordaron primar la presentación de propuestas alternativas. En tales términos se expresó públicamente el propio Rajoy en su discurso ante la junta directiva nacional, reunida el pasado 11 de septiembre. Zaplana insiste Mientras tanto, desde el Parlamento, Zaplana continúa la ofensiva del grupo parlamentario con nuevas iniciativas y exigencias de información al Gobierno. El portavoz lleva personalmente el debate que le enfrenta al bloque que han consolidado los restantes grupos de la cámara baja. En esta batalla en defensa de su derecho a mantener la ofensiva parlamentaria, Zaplana también cuenta con el beneplácito de Mariano Rajoy, que constató ayer que «la oposición tiene la obligación de preguntar» porque «la comisión de investigación se cerró mal» y «todos los días hay nuevos datos y nuevos argumentos». La aparición de nuevos datos sobre la supuesta falsificación de un informe policial ha venido a respaldar las posiciones de quienes defienden en el PP una apuesta clara por la utilización política del 11-M. Quienes pensaban que el portavoz parlamentario se había atrincherado en el grupo del Congreso en defensa de estas tesis, criticadas por la mayoría de la cúpula del partido y denostadas por el resto de los grupos políticos, admitieron este jueves que se ha visto reforzado por la publicación de los mencionados indicios. Zaplana volvió a salir a la palestra ayer para advertir, en declaraciones a los periodistas en los pasillos de la cámara baja, que «no podrán amordazar» al PP en su empeño por esclarecer la verdad ni tampoco conseguirán «ocultar lo evidente». Defendió que el primer partido de la oposición «no puede callarse o mirar para otro lado» ni renunciar a ejercer «el deber democrático» de plantear iniciativas de control al Gobierno sobre el 11-M. Calificó de «indecencia» la posición común adoptada por el resto de los grupos del Congreso, que Rajoy atribuyó a un intento de «aislar» al Partido Popular a través de una actuación «sin precedentes» y «propia de inquisidores».