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188.000 niños están expuestos a la violencia en el hogar

Unos niños juegan en un concierto de jazz

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efe | madrid

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Unicef estima que en España son unos 188.000 menores los que están expuestos a la violencia en el hogar, especialmente los bebés y menores de tres años. Así lo afirmó ayer el responsable para los Derechos de la Infancia de Unicef-España, Gabriel González-Bueno, quien calificó de «intolerable» cualquier forma de violencia contra los menores, incluido el castigo físico «tan extendido en todo el mundo». González-Bueno presentó un informe elaborado conjuntamente con Body Shop sobre el impacto de la violencia de pareja en los niños y niñas. En el mismo se concluye que hay una «conexión clave» entre violencia doméstica y abuso infantil. También que hay un riesgo «considerable» de que un niño o niña expuesto a la violencia en el hogar sufra estrés emocional que puede dañar su desarrollo cognitivo, físico y emocional. De hecho, estos niños pueden padecer enfermedades psicosomáticas, como depresión o tendencia al suicidio. Adultos violentos Hay una probabilidad «alta» de que los menores que hayan sufrido violencia en el hogar se conviertan, de adultos, en víctimas o protagonistas de la violencia doméstica. Solo el hecho de ser testigos de la violencia de pareja supone un gran daño emocional para los menores. Por ello, el informe defiende que los Gobiernos deben aumentar el conocimiento de la sociedad sobre el impacto que tiene la violencia de pareja en los menores, así como desarrollar programas o leyes que les protejan de la misma. Para el caso de España, González-Bueno defendió una mayor coordinación de las políticas de protección a la mujer con las de protección a la infancia, y consideró que en el momento de redactar la ley de violencia de género, se olvidaron de los menores y no se planteó que podían sufrir traumas asociados a la violencia sufrida por la madre. La violencia contra los niños, dijo este responsable de Unicef España es amplia y generalizada y se presenta como un problema «escondido» porque se da detrás de las puertas cerradas de cada hogar, donde se supone que más garantizados tienen que estar los derechos del menor.