El Gobierno acoge con satisfacción la noticia del final de la huelga

El Gobierno recibió con satisfacción la noticia del fin de la huelga de hambre de Iñaki de Juana Chaos. El deterioro del estado de salud del miembro de ETA y su posible repercusión en el proceso de paz era un motivo de preocupación creciente para el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero. La dirección nacional del PP guardó silencio ante la decisión. La inquietud gubernamental, con independencia de las consideraciones humanitarias y jurídicas, tenía dos vertientes: la influencia que podría tener un desenlace en el proceso de búsqueda del final de la violencia y el riesgo de que la iniciativa de De Juana se extendiera entre otros reclusos de la organización terrorista. El fallecimiento del preso, según fuentes gubernamentales, hubiera alimentado las tesis de los sectores más reacios al proceso de paz dentro de ETA y de Batasuna, que verían confirmados sus planteamientos sobre la, a su juicio, nula voluntad del Gobierno para «resolver el conflicto». Las fuentes consultadas señalaron que «un muerto sobre la mesa», fuera de una parte u otra, sería una pésima noticia para el proceso abierto tras el alto el fuego del 22 de marzo ya que conduciría a un «callejón» de difícil salida. El Ejecutivo considera que ETA compartía este análisis, y estas mismas razones pesaron para que la organización terrorista no secundara el ayuno, y así se lo hizo saber a De Juana. Otro motivo de preocupación para el Gobierno era el riesgo de que la huelga se extendiera en el colectivo de presos. Así sucedió en Irlanda del Norte con el miembro del IRA Bobby Sands, quien falleció el 5 de mayo de 1981 tras 66 días de huelga de hambre. Su gesto fue seguido por otros miembros encarcelados de esa organización terrorista y diez más murieron por el ayuno.