Protagonizaron un apasionado debate en el congreso organizado por el Diario y patrocinado por Renfe y el ministerio
Luis Mateo, Merino, Torbado y Aparicio reclaman una literatura «sin murallas»
Polemizaron sobre la existencia de una «escuela leonesa» pero coinciden en su «deuda» con la tierra
Al final, una asistente anónima pudo dar con la clave de un debate que nunca caminó por los senderos de la brusquedad, sino más bien por los de la controversia amena y enriquecedora. Dijo que daba clase a alumnos extranjeros, algunos de lejanos países, y que ellos, sin conocer nada de León, «vibraban» leyendo a los buenos autores leoneses. Y quizá ahí resida su grandeza, en contar historias universales con las que cualquier ser humano puede identificarse y emocionarse. La mayor concentración de público registrada hasta ahora en el exitoso Congreso de Literatura Leonesa organizado por el Diario con el patrocinio de la Dirección General del Libro y de Renfe tuvo lugar ayer en torno a la mesa redonda La realidad de la literatura leonesa , en la que, moderados por la también escritora Mari Fe Santiago, se dieron cita Luis Mateo Díez, Jesús Torbado, Juan Pedro Aparicio y José María Merino. En este «filandón» de lujo, como lo definió Santiago, los cuatro autores fueron invitados a hablar sobre sus territorios literarios personales y las causas y consecuencias de su proceso creador, aunque, en buena medida, el debate giró en torno a si en puridad puede o no hablarse de una literatura leonesa como tal (cuestión que ha sobrevolado, por otra parte, todo el congreso). Inmediatamente se formaron dos bandos: los defensores de la existencia de una literatura leonesa específica, con motivos y símbolos reconocibles -unos símbolos y unos tonos en cuya presencia, finalmente, y en mayor o menor medida, todos convinieron-, y que fueron Juan Pedro Aparicio y José María Merino; y quienes consideraron que el hecho particular de haber nacido en León unos cuantos autores -excelentes, eso sí-, no era suficiente motivo como para reclamar la existencia de una escuela homogénea. Aparicio, encargado de abrir el debate, señaló que, «por lo menos, se puede hablar de la 'modulación leonesa' de la literatura española», sin dejar pasar la ocasión de mencionar ese entrañable ímpetu literario que se esconde tras el nombre de Sabino Ordás y decir que el famoso exiliado de Ardón «tiene mucho que ver» con ese «compromiso de amor y ligazón explícita con la tierra leonesa» de muchos escritores leoneses. Un compromiso que surgió, no en vano, en una situación muy concreta: la España de la Transición, en la que se estaban diseñando las autonomías y en la que León aparecía «desdibujado y como sin energía». «Eso nos forzó, desde la distancia -dijo Aparicio- a volver la mirada a esta tierra». Discrepó amablemente Jesús Torbado recordando cuál fue su «primer contacto con la literatura leonesa». Nada menos que en 1961, con apenas 18 años, cuando ganó 10.000 pesetas en un concurso literario organizado por la Diputación y que se le hizo entrega en Boñar. Torbado aludió, pues, a lo «complejo y heterogéneo» que le pareció la provincia, a lo poco que, a su juicio, tiene que ver «Sahagún con Laciana». El autor de El peregrino resumió su postura diciendo lo siguiente: «Estoy de acuerdo con la primera estrofa de la canción - Todos somos de León/ contentos de ser de aquí -; pero no con la segunda - Paso la vida llorando y suspirando/ León por ti /». José María Merino inició su intervención, en primer lugar, echando un vistazo a sus compañeros y constantando, divertido, «lo mayores que nos hemos hecho», para afirmar después en voz alta y clara que sí, que existe una literatura específicamente leonesa. «En poesía esto es clarísimo -continuó-, sólo hay que ver la relación tan peculiar de los poetas de aquí con su medio geográfico». «Y en prosa también», dijo, explicando que León «ha venido siendo un estímulo de la imaginación extraordinario». Y si una oyente arrojó luz sobre el asunto, otro hizo lo propio al recordar la cita de Torga que tan a menudo emplea Díez de reclamar una literatura no sin fronteras, sino «sin muros, sin murallas», algo en lo que todos estuvieron de acuerdo. «Los primeros miedos, las primeras leyendas que oí en Laciana, todo eso se ha ido reciclando en mi obra» LUIS MATEO DÍEZ «No tengo un territorio propio. Los lugares en los que sitúo mis novelas son algo caóticos, no tienen nada que ver entre sí» JESÚS TORBADO «Podemos elegir nuestras lecturas, pero no nuestro nacimiento. Todos somos hijos de la 'protoespaña' que es León» JUAN PEDRO APARICIO «Igual que hay una literatura mexicana en lengua española, existe una literatura leonesa. Y otra que está escrita en llïonés» JOSÉ MARÍA MERINO