Diario de León

El próximo presidente de la Generalitat depende del voto del 25% de indecisos

La campaña electoral catalana acaba con ventaja de CiU en la sencuestas

Mas insiste hasta el final en el «fraude» que supondría ganar en votos y no poder gobernar Los líderes nac

ALBERTO ESTÉVEZ/ TONI ALBIR / ANDREU DALMAU

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Pablo Carballo - redacción | barcelona
León

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No va más. La campaña electoral terminó ayer en Cataluña. El ruido de promesas y acusaciones calla hoy, extraño martes de reflexión, para que mañana los ciudadanos tomen la palabra. Será un silencio político breve, y el jaleo volverá de inmediato, ya que ninguna cábala permite vislumbrar resultados directos de gobierno mediante mayoría absoluta. Ni siquiera Artur Mas, el aspirante mejor valorado por los catalanes, está cerca de lo que sería una hazaña, teniendo en cuenta la fragmentación del voto catalán. CiU ha hecho la campaña más jugosa en golpes mediáticos (el deuvedé contra el tripartito, la propuesta de ciudadanía por puntos para inmigrantes, la renuncia al PP ante notario¿) y, según varios sondeos, la más eficaz: apuntan a que aumentará sus actuales 46 parlamentarios, con el mayor impulso de los cinco contendientes principales. La única esperanza Nada de ello le garantiza convertirse en sucesor de Maragall. La posibilidad de un nuevo tripartito de izquierdas se ha mantenido viva pese a todos los ataques. Y parece la única esperanza de José Montilla, quien como candidato socialista ha acusado su escaso carisma. Y eso a pesar de que su partido ha empleado todo su arsenal para minar a CiU: en el debate televisado, Montilla se sacó de la chistera una reu-nión desconocida entre Mas y Rajoy que dejó al nacionalista descolocado; consiguió hacerse la misma foto que su rival con Joan Laporta; ha recabado cuatro veces la presencia de Zapatero, que ayer tachó de «integrista» a Mas por subrayar el origen andaluz del candidato. Pese a todos estos esfuerzos, la mayoría de los sondeos predicen un retroceso socialista. Una parte del resultado de mañana puede estar oculto en el trasvase de votos CiU-PSC. Es la duda de un 25% de los indecisos, lo que puede suponer muchos miles de votos para uno u otro. Pero, por mucho que los nacionalistas ganen esa batalla, tienen un rival difícil de regatear: un nuevo tripartito contra el que Mas ha arremetido hasta la saciedad, tanto por el convulso final de la legislatura que concluye como por la hipótesis que él consideraría «un fraude político»: que a CiU, aun siendo el partido más votado, se le escape de nuevo el bastón de mando. Mucho tendrá que decir ahí Esquerra. Se da por hecho el apoyo del creciente ecosocialismo de Joan Saura a una coalición de izquierdas, lo que dejaría en manos de Carod la decisión final, según su apoyo a una de las dos ideas sustanciales de ERC: progresismo o nacionalismo. A tenor de su campaña, lo primero sería más lógico, ya que se ha centrado mucho más en ideas sociales que en cuestiones identitarias. En cuanto al PP, juega en terreno difícil. Sus sedes han sido objeto de ataques de corte radical en una campaña con sobresaltos, y poco han conseguido las visitas de Rajoy y Acebes. Con CiU renegando de pactos estables con los populares, y el crecimiento de Iniciativa ame-nazando con dejar al PP como la menor fuerza parlamentaria, Piqué se enfrenta al reto de sacar a su partido de un papel intrascendente en la política catalana. Últimos cartuchos Los partidos catalanes finalizaron anoche la campaña con un nuevo llamamiento para recabar apoyos en diversos mítines finales que han tenido como destacados protagonistas al socialista José Luis Rodríguez Zapatero y al presidente del PP, Mariano Rajoy. En un Palau Blaugrana con cerca de 9.000 asistentes, el presidente del Gobierno hizo un guiño al electorado catalán de origen emigrante. El líder del PP, Mariano Rajoy, afirmó que su partido es «lo único distinto que se presenta» en estas catalanas, el «verdadero cambio político».

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