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Los conservadores destacan que su electorado es semejante y comparten ideario político

El PP confía en volver a compartir la oposición en el Congreso con CiU

Los populares creen que las elecciones catalanas marcaron el fin de su aislamiento

Mariano Rajoy durante su intervención ayer en Pontevedra

Publicado por
P. de las Heras - madrid
León

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El PP cree que el resultado de las elecciones catalanas servirá para poner fin a su aislamiento político. La decisión del PSC de apoyarse en ERC e ICV para acceder al Gobierno y «arrinconar a la derecha» -como el propio José Luis Rodríguez Zapatero sugirió en campaña- ha colocado a CiU en una situación de inesperada marginalidad. Los nacionalistas catalanes ya han dejado claro que abandonarán la generosidad con la que, a lo largo del último año, han apoyado las iniciativas del Ejecutivo, y el PP cuenta con que el cambio de actitud redunde más pronto que tarde en un acercamiento a sus posturas. La posibilidad de iniciar contactos para una colaboración inmediata resulta, por ahora, impensable. Las heridas abiertas por la actitud del principal partido de la oposición hacia el Estatuto de Cataluña y la agresiva campaña electoral de Artur Mas para los comicios del 1 de noviembre, renuncia a pactar con el PP ante notario incluida, aún permanecen abiertas. Sin embargo, los populares creen que CiU se verá abocada a establecer una relación más cordial tras comprobar que su «demonización» no le ha reportado beneficios. «Nosotros seguiremos trabajando como hasta ahora; son otros los que tienen que desandar el camino que han recorrido», dice un miembro del comité de dirección del PP en el Senado. Esta cámara es precisamente la que hará más evidente cualquier tipo de acuerdo entre dos formaciones separadas por el ideario nacionalista, pero con muchos puntos en común. La formación que lidera Mariano Rajoy roza en el Senado la mayoría absoluta y le bastan pocos apoyos para ganar votaciones que, si bien tienen escaso efecto práctico, porque se vuelven a enmendar en el Congreso, afectan a la acción y al calendario del Gobierno. Ya ocurrió con los Presupuestos para 2005 y los votos en contra de PP, CiU y PNV rechazaron el proyecto, resultado después corregido en la cámara baja. Entonces, el escenario era diferente. Los nacionalistas utilizaron el Senado como una herramienta de presión al Ejecutivo y aparcaron el temor a aparecer al lado de los populares. Pero fue un caso excepcional porque, en general, según reconocen los portavoces de las principales fuerzas parlamentarias, primaba aún una cierta «inercia antipepé» producto de la legislatura anterior. Esa inercia se alimentó después de la oposición radical de los 'populares' a la política autonómica y antiterrorista de Zapatero; del deseo de todas las fuerzas catalanas de aparecer ante sus electores como la formación con más influencia en Madrid y del temor de los nacionalistas vascos a quedar al margen del 'proceso de paz'. Nueva dialéctica Los asesores de Rajoy entienden que el escenario ha cambiado tras los comicios catalanes. Con el 'Estatut' ya aprobado y el propósito del nuevo tripartito de hacer un gobierno de gestión menos sujeto al debate identitario, la dialéctica nacionalistas-no nacionalistas, dicen, quedará en un segundo plano. Es en ese terreno que ahora se abre en el que los 'populares' ven posibilidades de acercamiento con CiU porque sus planteamientos político-económicos son muy similares. No en vano, fuentes del comité ejecutivo 'popular' recuerdan que su electorado es el mismo y se felicitan de que Mas centrara sus ataques de campaña en ERC y se olvidara de los suyos. «Era nuestro temor porque podía habernos mordido votantes», sostienen. Las esperanzas del PP se cifran también en los movimientos que pueda haber dentro de CiU, después de que su líder haya fracasado por segunda vez en el intento de recuperar la Generalitat. Ante la perspectiva de pasar otros cuatro años en la oposición en Cataluña y sin perspectivas de influir en el Gobierno de Rodríguez Zapatero -que, al menos hasta 2008, cuenta con IU y ERC- tendrá que granjearse aliados. Lo que en cualquier caso no está en el horizonte, según las citadas fuentes, es un acuerdo de mayor calado. Durante la campaña catalana se supo que Mas y Rajoy se reunieron en 2002 para hablar de una supuesta integración del PP catalán en CiU; algo que el presidente del PP negó de inmediato. Es cierto, sin embargo, que el 21 de noviembre de 2002, Rajoy propuso en una conferencia en el Círculo de Economía de Barcelona una alianza estable al estilo de la CDU alemana, representada en Baviera por la CSU. Fue, en sus propios términos, una reflexión de futuro. Los populares admiten que en ocasiones se ha planteado una alianza con Unió, pero aseguran que de momento está descartada porque, entre otras cosas, sus consecuencias serían inciertas. «Es imposible saber con qué apoyo electoral cuenta esta formación», subrayan. El PP espera llegar también a acuerdos con partidos regionalistas.

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