La reforma urgente del Senado
Los grandes partidos no se ponen de acuerdo para dar otro sentido a una Cámara cuyo papel se cuestionan cada vez más los ciudadanos y los analistas
Todos los grupos dicen que la reforma del Senado es necesaria, pero no llega. «Buscaremos la complicidad con el PP para hacerla», declaraba a este periódico el socialista Javier Rojo poco después de ser elegido presidente de la cámara. Dos años después, en otra entrevista concedida, tenía que admitir que «la situación no es propicia, la crispación se traslada aquí». La reforma está empantanada. Y cada vez más ciudadanos, analistas y constitucionalistas se preguntan para qué sirve un Senado subalterno y deva-luado, que cumple un papel menor en el proceso legislativo y no es la auténtica cámara de representación territorial, como mandata el artículo 69 de la Constitución. Una cámara en la que, como dice el portavoz del PP, Pío García-Escudero, se puede vetar una ley decisiva, la de Presupuestos del 2005, sin que pase absolutamente nada, porque el Congreso lo levanta por mayoría simple. Y en la que se puede dar el visto bueno al Estatuto catalán con sólo el 49% de apoyo. El popular denuncia, además, que muchas de las mociones del Senado no las cumple el Gobierno, aunque son obligatorias, ni da cuenta de ello antes de seis meses, como es preceptivo. ¿Cabe mayor desprecio de éste y anteriores Ejecutivos? García-Escudero admite que «ningún grupo tenemos las ideas claras sobre en qué debe consistir la reforma». Por su parte, el portavoz socialista, Joan Lerma, reconoce que debería ser una «cámara de primera lectura en las cuestiones territoriales», en la que «además de debatir los problemas territoriales se tomen decisiones». De momento, y puede ir para largo, no lo es. La reforma del Senado es una de las cuatro cambios que Zapatero quiere introducir en la Constitución. García-Escudero y Lerma coinciden en que es la más difícil. Lerma recuerda que en el último debate autonómico todos los grupos menos el popular votaron una moción a favor de la reforma. El Consejo de Estado emitió el informe: aboga por reducir el número de senadores, modificar el sistema de elección, convertirla en cámara de primera lectura en determinados casos o ampliar el plazo para que tramite las leyes. Zapatero se comprometió a comienzos de marzo a abrir una ronda de contactos en otoño con todos los grupos para averiguar si la reforma tenía posibilidades de salir adelante, para lo cual es imprescindible el apoyo del PP. «Está pendiente», asegura Lerma medio año después. Cuando se les pide que citen cuál es la mayor aportación del Senado a la legislación en esta legislatura, ninguno da una respuesta concreta. Lerma dice que ha hecho «enmiendas y aportaciones importantes» a la leyes que han venido del Congreso. Si se le insiste que cite una sola de ellas, contesta que «lo más importante, es que ha permitido madurar los consensos, incluso el del PP en ocasiones». García-Escudero se limita a decir que mejora sustancialmente las leyes del Congreso». Ambos valoran que Zapatero acuda mensualmente a las sesiones de control, aunque el popular dice que debe estar «arrepentido».