«Un montañés recio enamorado de León»

En su breve discurso, el responsable de la institución provincial ensalzó la figura del abad emérito de San Isidoro, al que se refirió como «un hombre sabio, fuerte y honrado que ha entregado su vida para conocer más esta tierra, que constituye la esencia de España y también de Europa». Javier García-Prieto recordó que Antonio Viñayo es «un montañés recio, sencillo y enamorado de León». Agradeció también su legado: «Gracias por lo bueno que nos has dejado y lo que nos seguirás dejando». Sus palabras evocaron, además, la época del siglo XIX que unió a la Diputación con San Isidoro. «Fueron una sociedad comunal, la institución provincial se hallaba instalada en la Colegiata y de esta forma pudo evitar ser destruida en tiempos de la desamortización». En tono irónico, el presidente añadió que por este motivo todos los canónigos deberían ser nombrados diputados de honor. «Otra cosa bien distinta es que los diputados pudieran ser canónigos, eso lo dudo mucho». «Salud y larga vida a don Antonio y también a la Constitutución española», concluyó Javier García-Prieto para dar paso a la intervención de Viñayo.