Diario de León

Casi un centenar de voluntarios trabajan sin horario para prevenir riesgos , incluso en aglomeraciones festivas

Emergencias y ayudas de Protección Civil suman al año 150.000 horas gratis

El servicio cumplirá en enero cinco años, coincidiendo con la Cabalgata de Reyes

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Antonio Núñez - león
León

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«En las últimas inundaciones bastó media hora para reunir a treinta personas que patrullaran el Bernesga de madrugada» CARLOS DÍEZ , coordinador de Protección Civil de León capital Un centenar de voluntarios de Protección Civil pierden 150.000 horas al año en servicios de atención al ciudadano, que gana gratis todo tipo de servicios: ayudas en emergencias de incendios, inundaciones, atención sanitaria urgente en domicilios, accidentes de tráfico, etcétera. Todos se presentan sin horario y ninguno pide nada a cambio. Los voluntarios de Protección Civil son fáciles de ver, aunque mucha gente no los distingue de los policías municipales. En cualquier evento forman parte de la organización y de los servicios de orden, confundiéndose con gorras, uniformes azules y chalecos o anoraks de color naranja, que es lo único que les paga el Ayuntamiento. Lo demás, incluido el tiempo y la buena voluntad, corre por su cuenta. Según el coordinaror de Protección Civil en el Ayuntamiento de León, Carlos Díez, la labor de los voluntarios sumó el año pasado más de 125.000 horas y este año se aproxima ya a 150.000, algo impagable y difícil de sustituír con las exiguas plantillas profesionales de policía, bomberos o Cruz Roja, de los que actúan como principales apoyos. «No los sustituyen, pero sirven para resolver ayudas que de otra forma no habría forma de prestar». Según Díez, la edad media del voluntariado leonés es de aproximadamente 40 años, «aunque el más veterano tiene ya 70, hace la misma labor que todos y hemos tenido solicitudes de chavales de 16, que hubo que denegar por ser menores». Todos valen Según Díez, el listado de voluntarios de Protección Civil es de lo más variopinto en cuanto a profesiones. «Hay muchos estudiantes, pero también jubilados, lo mismo que amas de casa. También llegan matrimonios con hijos al completo y, en cuanto a oficios, no falta ninguno, incluídos policías nacionales o militares que se ofrecen en horas fuera de servicio». Paradójicamente la inmensa maloría de las horas gastadas por los voluntarios en tareas de colaboración ciudadana no tienen que ver con emergencias, sino con riesgos a prevenir en aglomeraciones festivas cuando se juntan miles de personas y alguna puede resultar malparada o sufrir una lesión, tanto en la calle como en recintos cerrados: partidos de fútbol, incluídas entradas y salidas, cabalgatas de Navidad o carnaval, conciertos, corridas de toros, procesiones de Semana Santa, etcétera. Los servicios más agradecidos han sido, sin embargo, también los más peligrosos, «como cuando hubo que evacuar por un incendio, hace casi dos años, el centro comercial Espacio León con muchos cientos de personas y empleados dentro, echarle una mano a los bomberos, llevarles máquinas y tranquilizar a la gente». También pocos meses atrás hubo que echar mano de los voluntarios para hacer frente a las inundaciones del Bernesga. «A eso de las doce de la noche nos avisaron de que podía haber una riada dos horas después con peligro para algunas pasarelas y los espacios verdes que bordean el río, pero en menos de media hora reunimos treinta personas para patrullarlo. ¿Incidentes en situaciones de peligro? Siempre hay riesgos, porque, en caso contrario, no estaríamos aquí, pero les decimos a los voluntarios que no se arriesguen y dejen las tareas más duras a los profesionales, como policías, bomberos o médicos. El único herido que hemos tenido fue atacado en una competición deportiva de karts , cuando un voluntario fue agredido por un espectador que quería cruzar la calle en plena carrera. Aquello se resolvió con una denuncia». También hay servicios mucho más amables para todos, por ejemplo cuando en época de elecciones se solicita ayuda para llevar a la gente a votar «y hay que trasladarla en silla de ruedas o guiarla hasta nuestro coche y la urna porque es ciega y no puede ver». De vuelta, según Carlos Díez, no es infrecuente que «quieran pagarte con dinero o con la invitación a una copa de champán, aunque yo supongo que lo que pagan es la compañía».

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