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Una reliquia en el Luna

El sabinar más occidental de Europa originó una defensa encarnizada por parte de la Facultad de Biología de León en 1979, que avanzaba los perjuicios ahora denunciados

Publicado por
L. Urdiales - redacción
León

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La excepción de la presencia de sabinas en los montes de Mirantes ya ocasionó un revuelo mediático a finales de los años setenta, cuando vio la luz un informe de la Facultad de Biología de la Universidad de León que alertaba sobre el valor ecológico del paraje en el que se asienta la cantera caliza, que científicos y grupos de acción local promotores de recursos turísticos y económicos coinciden en señalar como reliquia. Reliquia del terciario, porque el sabinar de Mirantes de Luna procede de un periodo que finalizó hace diez mil millones de años, denominado tardiglaciar, caracterizado por unas condiciones climatológicas extremas, propias de las etapas glaciales de hace más de dieciocho mil millones de años que acabaron con las especies arbóreas. Sólo las especies coníferas pudieron subsistir. El ejemplo más occidental de Europa, asentado sobre laderas agrestes, de piedra caliza, en un suelo yermo en el que ninguna otra especie -salvo las sabinas o enebros- puede prender, o crecer. «Cualquier planta que se suprima no podrá ser sustituida, por razones obvias», subrayan los científicos. El valor ecológico de estos montes del Luna «en transición entre las región Eurosiberiana y Mediterránea», define la Junta de Castilla y León en el documento que declara Espacio Natural Protegido el Valle de San Emiliano (ahora, Babia-Luna), se acentúa con la estimación de vida de un ejemplar de sabina, hasta 300 años, un ciclo que convierte en incalculable su pérdida. Las guías sobre el sabinar de Mirantes advierten de que sufre la amenaza de la minería, aunque estima amplio el espacio de tiempo en el que se puede garantizar la conservación de mantenerse las actividades ganaderas que, a pesar de entenderse intensas, no han variado ni alterado el aspecto original. Las sabinas que se extienden a lo largo de 90 hectáreas -aproximadamente- en estos montes de Mirantes corresponden al tipo albar, que se acompaña habitualmente de la sabina rastrera, más común en todas las zonas montañosas de la cordillera Cantábrica. La guardería forestal denunció ante las autoridades en julio del 2005 la corta de 108 de estos ejemplares centenarios. Técnicos de Medio Ambiente calculan que el monte ha perdido 179 sabinas por la explotación caliza que comparte espacio con una reliquia.