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Las ejemplares más activos ampliaron la zona osera a 7.000 kilómetros cuadrados

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m.r. | león
León

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«La población occidental de oso pardo en Castilla y León se está moviendo más al oeste y la oriental, más al este, por lo que en quince años esperamos que estén totalmente unidas», manifestó el consejero de Medio Ambiente, Carlos Fernández Carriedo. Las poblaciones cantábricas de osos ocupan un área aproximada de 5.000 kilómetros cuadrados, pero las últimas localizaciones de ejemplares erráticos amplían esta superficie hasta cerca de los 7.000 kilómetros cuadrados, según la información que maneja la Junta. «Ahora que ya hemos logrado asentar el censo, debemos enfocar los esfuerzos a seguir ampliando las poblaciones y a extenderlas por la cordillera, y para eso será necesario aplicar medidas de integración puesto que una de las amenazas de esta especie es precisamente la fragmentación del territorio», precisó Fernández Carriedo. Dos áreas fragmentadas El área de distribución de la especie se reparte entre cuatro comunidades autónomas: Cantabria, Asturias, Galicia y Castilla y León. La población occidental se extiende por estos tres últimos territorios, desde los Ancares de Lugo, hasta el puerto de Pajares. Abarca unos 2.800 kilómetros cuadrados, de los que el 34% pertenece a Castilla y León. La población oriental se extiende por unos 2.100 kilómetros cuadrados, desde Campoo de Suso (Cantabria) hasta el Puerto de Vegarada (Asturias) por el oeste. Afecta a Castilla y León, Cantabria y Asturias. En torno al 88% de la superficie ocupada por la población oriental es de León y Palencia. Pendientes de San Glorio El aspecto menos trabajado del Plan de Recuperación del Oso Pardo es la solución que se dará al corredor de San Glorio frente al futuro complejo deportivo y urbanístico. Según el consejero, mientras no haya un proyecto al detalle de la pretendida estación de esquí no se pueden establecer las medidas correctoras oportunas, «pero somos un ejemplo en la protección del oso pardo y San Glorio será un proyecto que garantizará la biodiversidad, por lo que nadie debe preocuparse». «Lo bueno de San Glorio -insistió tras una profunda argumentación- es que se ha orientado desde el principio como un proyecto cuyos impactos serán mínimos y permitirán un desarrollo compatible con la naturaleza». Según él, el hecho de que el urbanismo y los equipamientos no se encuentren a pie de pista beneficiará las alternativas para el paso del oso.