La amenaza se relaja
La probabilidad de que el oso pardo se extinga en los próximos cien años sólo es remota entre los Ancares de Lugo y el Alto Sil, mientras que las poblaciones del entorno de Picos aún se mantienen al límite
El diagnóstico de los técnicos en Medio Ambiente de Castilla y León respecto a la situación actual del oso cantábrico es tajante: sólo la población occidental se aleja de la extinción, no así la oriental. Los datos que manejan descansan en diversos estudios que pretenden definir el tamaño mínimo que debe tener una población de oso pardo para asegurar su supervivencia a medio plazo. A partir de investigaciones realizadas en Escandinavia con osos pardos radiomarcados, se han definido los parámetros demográficos mínimos que debe cumplir una población europea de oso para que pueda ser considerada como viable. Alta superviviencia A tenor de estos estándares, es necesario un mínimo de 25-30 osos, con 6 a 8 hembras mayores de un año, y con altas tasas de supervivencia, especialmente de las hembras adultas, para que la probabilidad de extinción en 100 años sea inferior al 10 %. Estos son los valores que recoge el Plan de Acción para la Conservación del Oso Pardo en Europa. Por lo tanto, y como referencia general, se puede considerar que la población occidental cantábrica se encuentra dentro de los rangos considerados como el tamaño mínimo viable para las poblaciones de osos desde el punto de vista demográfico, y que la población oriental solamente se aproxima a dichos valores de referencia, según el informe facilitado por la Consejería de Medio Ambiente. A nivel mundial -recuerdan los técnicos- muchas poblaciones de oso pardo se enfrentan a crecientes amenazas de pérdida y fragmentación del hábitat, limitaciones demográficas y pérdida de diversidad genética. En España, junto a Italia, Francia y algunos países asiáticos viven las poblaciones de osos pardos más amenazadas del mundo. Únicos representantes puros Los estudios genéticos apuntan que los osos de la Península Ibérica son los únicos representantes puros de una de las tres líneas evolutivas del oso pardo en Europa, de las cinco que parecen existir en el mundo. El proyecto de la Junta se da a conocer quince años después del primer plan que se aplicó en Castilla y León, a través del cual se logró frenar la regresión de la especie en este territorio.