Diario de León

Del apartamiento de Mayor Oreja al control absoluto de Rubalcaba

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g. b. | madrid
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Una diferencia fundamental entre ambas treguas es el control del proceso por parte del Gobierno. En 1998, Aznar designó a tres interlocutores: el entonces secretario general de la Presidencia, Javier Zarzalejos; el asesor personal del presidente, Pedro Arriola, y el secretario de Estado de Seguridad, Ricardo Martí Fluxá. Aznar no se implicó personalmente y, lo más sorprendente, apartó del proceso al ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja. Martí Fluxá tenía orden de no informar siquiera a Mayor Oreja, su superior, de la marcha de la negociación. En este momento es precisamente el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien maneja totalmente el proceso. Y Zapatero está totalmente implicado. Al margen de estos dos, el secretario de Organización del PSOE, José Blanco, es uno de los pocos que conoce el día a día del proceso de diálogo. Por parte de ETA, en 1998 los interlocutores fueron el entonces líder de la banda, Mikel Antza, y los etarras Belén González Peñalva y Vicente Goikoetxea. En la actualidad, el interlocutor principal de ETA es Josu Ternera, pero el protagonismo de Arnaldo Otegi y de Batasuna es mucho mayor que en 1998. En cuanto al actual proceso de paz, un estudio elaborado por el Observatorio Político Autonómico (OPA) revela que 2 de cada 3 españoles están a favor de la apertura del proceso de paz en el País Vasco, aunque se muestran en contra de las posibles medidas adoptadas por el Gobierno, tales como indulto (84 por ciento) o el acercamiento de presos (62,8 por ciento). Estos son algunos de los resultados de las dos mil entrevistas realizadas en toda España por OPA entre el 16 y el 27 de noviembre sobre el proceso de paz en el País Vasco, y que ayer presentaron en Santiago de Compostela. El estudio, según Montabes, señala que, por edad, la franja entre los 30 y los 50 años es la que más valora la apertura del proceso (75 por ciento), mientras que los mayores de 65 años son los que lo consideran como un dato malo o muy malo (35 por ciento).

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