Diario de León

Un debate bronco e incómodo

Rajoy contestó con un discurso durísimo y sin concesiones a la intervención de Zapatero, en la que pedía apoyo del PP y reconocía que pecó de optimista un día antes del atentado

Publicado por
G. Bareño / E. Clemente - redacción | madrid
León

Creado:

Actualizado:

No fue un buen día para la unidad contra ETA. A la división de las manifestaciones se sumó ayer una fractura parlamentaria sin precedentes a costa del terrorismo. Rajoy y Zapatero se arrojaron a la cara las bombas, las víctimas y hasta los muertos. Y dedicaron más más tiempo a descalificarse que a condenar a ETA. Y eso que Zapatero colocó de salida un discurso escasamente agresivo con el PP cuyo golpe de efecto era reconocer que se equivocó por exceso de optimismo. Pero Rajoy no estaba para florituras. No dio un solo respiro. Cree que el fracaso del proceso de paz acabará con Zapatero y no va a soltar la presa. Repasó uno por uno los que consideró errores del presidente sin olvidar aquel por el que ya había pedido perdón. Y todo trufado de durísimas acusaciones -«se ha dejado tomar el pelo por un rebaño de asesinos», «ha hecho esfuerzos insólitos para que los terroristas no parecieran tan malos»- no exentas de metáforas ocurrentes -«está usted tocando el violón mientras cabalga sobre un tigre»-. Tan inclemente fue su intervención que él mismo reconoció que podía resultar desagradable. No desde luego para los diputados del Partido Popular, que le aplaudieron un minuto puestos en pie. El presidente se creció en la réplica, presumió de su lealtad a Aznar y contraatacó: «no tiene ni idea de política antiterrorista», «su discurso ha sido bochornoso e indigno». La bancada del PP quiso descentrarle con gritos de «pásalo», pero el presidente gritó hasta quedarse ronco. Fue ovacionado por los suyos, pero menos. Eso sí, tras los agravios de Rajoy, Zapatero recibió el bálsamo del apoyo firme del resto de grupos. Fue un debate bronco en el que nadie parecía cómodo. Zapatero hacía aspavientos a Rajoy desde su asiento, algo muy poco habitual. Y en el PP consideraron que su líder necesitaba apoyo y por ello en la tribuna de invitados estaban Núñez Feijoo, Piqué, Mayor Oreja, María San Gil, Gallardón y Esperanza Aguirre, que llegó tarde según las malas lenguas porque sólo decidió ir cuando vio al alcalde madrileño por la televisión. La policía debió pensar también que el de ayer era un debate importante, porque las draconianas medidas de seguridad en torno al Congreso no se recordaban desde los debates en plena guerra de Irak. Al acabar la sesión, la pregunta que flotaba en el aire era: ¿ha servido para algo?. Muy distinto fue el tono con el resto de los portavoces parlamentarios, con los que Rodríguez Zapatero mostró diferencias mínimas, y no de fondo. Con el líder de IU, incluso, se permitió uno de los escasos comentarios distendidos del pleno y pidió a Gaspar Llamazares -que instó al presidente del Gobierno a seguir la búsqueda del final dialogado de la violencia- que no le «insufle más optimismo». Pero la sintonía más relevante fue con el PNV y, en especial, con su presidente, Josu Jon Imaz, al que «personalmente» quiso trasladar «las gracias de muchos ciudadanos por su comportamiento».

tracking