Diario de León

«Mi noviu ye feu, pero ye pilotu»

El Pleno debatió si lo que prometió Aznar es lo que cacarea Ibarra y si Villanueva no será lo contrario a León que Don Quijote a La Mancha

RAMIRO

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A. Caballero - león
León

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Si usted es leonés, regocíjese: «Los leoneses son muy inteligentes», repitieron ayer los representantes de PP y PSOE al hablar de la escuela de pilotos, en un Pleno que se dividió entre saber si lo que prometió Aznar es lo que cacarea Ibarra o lanzar un gesto al aire para que Villanueva no sea para León lo contrario que Don Quijote para La Mancha. El ambiente se cargó tanto que Rodríguez de Francisco casi pone en jaque a la ONU. «Vamos a tener que declarar la guerra a Badajoz», insinuó, tras quejarse «amargamente» de que el alcalde no le diera la palabra cuando por la boca del concejal socialista Vicente Canuria salió la palabra «transfuguismo». No llegó tan lejos Javier Chamorro -consciente de que en medio de la discusión tenía mucho que ganar y León mucho que perder- y, tras aclarar que no quería ser «un sopitas» al distinguir entre fondos Feder y Feader, resolvió que había que «dar a los dos». «Esto es como el chiste de la rata asturiana, que le cuenta a la amiga que su noviu ye feu, pero ye pilotu», relató en tono de chanza el portavoz de los leonesistas para ejemplificar que «aquí ni ye Biomédica, ni ye escuela de pilotus, ni ye reducción de peajes, ni ye León si seguimos así». Por el comentario, se ganó la sentencia de Saurina de que «con políticas de boina no vamos a ningún lado», una reprimenda que no fue la única que le echó el edil del PP, quien, después de escuchar que si la Región leonesa fuera Objetivo 1 no pensaría ahora en la bajada de fondos europeos, se acaloró: «Y si mi abuela tuviera ruedas sería una bicicleta», espetó. Se apostaba por «los juegos florales», como definió García del Blanco, para adornar los discursos, y en medio de uno suyo se le ocurrió llamar «trilero de la política» al alcalde. «La 'maldita' Junta declaró el parque tecnológico», contestó Amilivia como si no hubiera oído, después de adoptar como propio el adjetivo que Chamorro le añadió a la administración autonómica. «¿Qué pido? Lo de siempre», se preguntaba De Francisco en medio del Pleno. Parecía una fiesta de pueblín, con orquestina como las de antes. «¿Qué tocamos ahora?», preguntaba el solista. «Otra vez la misma, que hay gente nueva». Y la gente bailaba como si no la hubiera oído nunca.

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