El fertilizante que transporta el mercante se está descomponiendo y produce gases tóxicos
El «Ostedijk» sigue su ruta tras la alarma ocasionada a unas 15 millas de la costa
Los técnicos decidieron que la reacción química no supone un riesgo para la navegación
El buque mercante Ostedijk , de 120 metros de eslora, 17 de manga, seis de calado, con pabellón de Antigua, una tripulación formada por 12 hombres, y cargado con 6.012 toneladas de fertilizantes se encontraba ayer a las nueve de la noche a unas 15 millas al noroeste de La Coruña sin máquina, sin planta eléctrica y escoltado por los remolcadores, el Don Inda y el Ibaizabal Uno , adscritos a Salvamento Marítimo. El Ostedijk estaba en medio del mar soportando vientos del noroeste de fuerza 6 y olas de seis a siete metros, como consta en el informe general de emergencia emitido por la Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima. Sin embargo, al cierre de esta edición el buque reanudó su ruta hacia el puerto de Valencia tras comprobarse que la descomposición de su carga y las emanaciones que produce este proceso no supone ningún peligro para la tripulación ni para la navegación. El barco, que se dirigía al puerto de Valencia, solicitó asistencia a las 00.50 de la madrugada de ayer cuando se encontraba a unas 50 millas al Oeste de la torre de Hércules, a la altura de cabo Vilán. Su capitán comunicó al Centro Zonal de Salvamento Fisterra que la carga que transportaba se estaba descomponiendo produciendo una nube tóxica que había entrado en la sala de máquinas y amenazaba con afectar a los camarotes. Inmediatamente se puso en marcha el dispositivo de salvamento y rescate. Sasemar decidió enviar a la zona al buque de salvamento Don Inda , al remolcador Ibaizabal Uno con base en La Coruña y puso en alerta a la tripulación del helicóptero Helimer Galicia . Aún así, el capitán del mercante de armador holandés comunicaba su intención de dirigirse a puerto para evitar que los gases tóxicos afectasen a su tripulación. Sin embargo, el capitán marítimo de La Coruña, Gustavo Ortega, le negó esta posibilidad y le ordenó que no se acercase a la costa a menos de ocho millas náuticas. El capitán del Ostedijk acató esta decisión y dejó el barco a la deriva debido a que se vio obligado a parar la máquina y a apagar la planta eléctrica. Para evitar que la nube de gas tóxico llegase a la habitabilidad del barco, el buque de salvamento Don Inda le dio remolque por la popa y aguantó su deriva en contra del viento para que el humo se dirigiese a la proa, una operación que dio resultado. Con la luz del día, la tripulación del remolcador Ibaizabal Uno realizó una inspección ocular del buque. Desde el gabinete de crisis creado en la Capitanía Marítima coruñesa, descartaron remolcar el barco a un sitio seguro para poder atacar los focos de calor causantes de la descomposición de la carga. Los responsables del operativo decidieron enviar a la zona vía área, a tres bomberos para analizar la situación de la carga. También se está en contacto con químicos. A última hora de la tarde de ayer los técnicos medían la temperatura de la carga. Los expertos comprobaron que se había conseguido ventilar la sala de máquinas y el capitán solicitó reanudar la marcha.