LA CONTRACRÓNICA
El hilo y el ovillo
ESTABAS leyendo: «Al principio, la madriguera de El Conejo se extendía en línea recta como un túnel, y después torció bruscamente hacia abajo, tan bruscamente que Alicia no tuvo siquiera tiempo de pensar en detenerse y se encontró cayendo por lo que parecía un pozo muy profundo. O el pozo era en verdad profundo, o ella caía muy despacio, porque Alicia, mientras descendía, tuvo tiempo sobrado para mirar a su alrededor y para preguntarse qué iba a suceder después». Y entonces te diste cuenta de que eso era exactamente lo que había ocurrido durante el juicio del 11-M con la declaración de Rachid Aglif, conocido como El Conejo . Por fin un acusado en el caso confirmó que había mantenido relaciones de amistad y negocios con Zougam, que está considerado uno de los autores materiales de la matanza y haber trapicheado con El Chino , uno de los siete terroristas que se suicidaron en Leganés y al que llegó a hacer 21 llamadas telefónicas en un día. En el túnel, el pozo, la madriguera de El Conejo en Alicia en el País de las Maravillas hemos encontrado, por fin, la trama del manto, el cabo de la madeja, el principio del hilo del ovillo. Te diste cuenta en seguida de que las declaraciones de el Akil, Bouharrat, el Harrak y ben Salam, vinculados todos ellos al suceso del piso de Leganés, el primero de los cuales reconoció ayer que le compró a El Chino el coche con el que éste trasladó los explosivos hasta Madrid, el tercero en cuyo poder se encontró el testamento de uno de los suicidas y confesó también ayer que había estado con uno de ellos, y encargado el último de reclutar y adoctrinar a jóvenes extremistas eran algo ya conocido. ¿No eran un trasunto del sudario que Penélope hilaba de día y deshilaba de noche para el cadáver de Laertes mientras esperaba la llegada de Ulises y alejaba a sus pretendientes? ¿No eran una evocación del ovillo que Ariadna entregó a Teseo para que lograra salir del laberinto dominado por el minotauro? Como Penélope, ellos construían su tejido al mismo tiempo que destruían su historia; como Ariadna puede que hayan sido pagados con la traición y terminen colgados de un árbol. Y otra vez el deus et machina , ese instrumento que resuelve una historia sin seguir su lógica interna, ese mecanismo que desciende del cielo para apuntar un desenlace en el que no esté excluida la esperanza. El presidente del tribunal expulsó de la sala al acusado Zouhier. Con la inapelable contundencia de un axioma dijo que estaba «harto de sus gestos». Hizo bien pero actuó mal. Le bastaba con una referencia a lo no permitido a inculpados y testigos. Lo arregló autorizando su regreso a la cámara blindada tras un descanso. Hubiera sido mejor no dar pie a que nadie se acordara del desacato, aquel afortunadamente derogado privilegio de los jueces. Sigue leyendo a Alicia para saber qué va a suceder después.