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TESTIGO DIRECTO

Recusaciones, tensiones y fallos

Publicado por
j.á.f. | madrid
León

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La primera fase del juicio, la declaración de los imputados, ha entrado en la recta final. Hoy por la tarde le toca el turno a Rafa Zohuier, uno de los personajes más versátiles y con mayores dotes escénicas de este proceso. Esta misma tarde o, más probablemente, mañana le llegará la hora a la trama asturiana, cuya cabeza visible más representativa es el famoso minero prejubilado con 27 años José Emilio Suárez Trashorras. El hombre que, según todos los indicios, vendió los explosivos que los islamistas liderados por el Tunecino hicieron estallar en los trenes es el acusado de más delitos en este proceso y no sería nada extraño que se negara a responder. Incluso a las preguntas de su abogado. El resto de sus colaboradores asturianos, que se encuentran en libertad provisional, tampoco van a entretener mucho tiempo al tribunal, a no ser que alguien se empeñe en seguir liando la madeja. Dos de estos individuos fueron llamados en el descanso de la tarde de ayer al despacho del presidente, junto a sus respectivos abogados. Se trataba, según todos los indi-cios, de zanjar un asunto extra procesal: unos incidentes que, al parecer, protagonizaron en la calle, a la salida del juicio, con varias víctimas de los atentados. Por otra parte, al tribunal se le acumula el trabajo extra. En las próximas horas tendrá que resolver la recusación presentada por el letrado chileno Gonzalo Boye, que ejerce la acusación particular en nombre de dos víctimas originarias de Chile. Esta recusación va dirigida contra Gabriel Moris Noguera miembro del grupo de peritos que está elaborando el informe de explosivos ordenado por la sala semanas antes del comienzo del juicio oral. El letrado argumenta una doble causa de recusación: el perito es vicepresidente de una de las asociaciones -La AVT- que en este procedimiento actúa como querellante y además es padre de una de las víctimas mortales del atentado del 11 de marzo, fallecida en la explosión de la calle Téllez de Madrid. El hijo del perito recusado era Juan Carlos Moris Crespo, ingeniero de profesión, que tenía 32 años. Traducción simultánea Por lo demás, el juicio discurre a velocidad de crucero, a pesar de los fallos técnicos que afectan fundamentalmente a la traducción simultánea y que impiden que sea eso: simultánea. El presidente del tribunal, Javier Bermúdez, se subía por las paredes cada vez que escuchaba la declaración del Egipcio en árabe y, a continuación, la traducción de la misma. Cuando no pudo más, interrumpió la sesión y llamó a su despacho a los traductores y a los técnicos de sonido. Al final, al magistrado no le quedó otro remedio más que soportar la situación, porque el problema es del sistema: no es posible escuchar a los acusados sólo en la cabina de los traductores. Por lo que se ve, el despliegue tecnológico efectuado por la Audiencia Nacional para este juicio es muy avanzado, pero dista mucho de ser perfecto.